- Tula, te cuento que desde hace tres meses rendí un examen para trabajar en la policía femenina. Recién hace unos minutos me acaban de llamar. Adivina ¿qué me dijeron?.
- Ya sé. Que vuelvas a rendir tu examen para el próximo año porque tus calificaciones estuvieron tan bajas como mi talla.
- ¿Cómo se te ocurre hacerme bromas, justo en este momento en que la emoción ha llegado a su más alto nivel?. !Nada de eso! He sido aceptada para trabajar como policía de tránsito. Empiezo mañana. Como ves, se me cumplió el deseo de año nuevo. Por ese gusto quisiera tomarme todas las botellas de vino, whiskie, ron, brandy y barrer con todo el bar de mi papá. Eso quisiera, pero pensándolo bien mejor me voy a dormir de una vez- lo dijo con una carcajada tan estruendosa que hasta Peludo, su perrito le lanzó un ladrido, al sentir el humor eufórico de su dueña.
- Haz dado en el clavo, Magnolia. Tu temperamento fuerte se ajusta a esa clase de trabajo. Ya te veo en las calles dirigiendo el tránsito, soplando tu silbato a todo pulmón, con tu seño fruncido, mirando con severidad a todos los conductores.
-Ba... no te burles, mi querida Tula. No vaya a ser que tú también te animes y quieras hacer lo mismo. Tú podrías ser la próxima.
- Ni en broma quisiera estar en las calles confundida con el humor de la gente y respirando el renegrido aire de los carros viejos que hay en el centro. No tolero estar montada en una moto persiguiendo a un delincuente o multando a los malos conductores. Eso no va conmigo. Sueño con ser escritora. Lo malo es que sueño tanto, que todo se me va en puro dormir y nunca trazo ni una línea.
-Eso dices porque estás viviendo sólo de tus ahorros. Cuando no tengas nada en el banco, estarás desesperada por tener un ingreso mensual. La institución te protege, te reconoce beneficios y lo más importante, te brinda trabajo seguro. Aunque no es una maravilla, al menos, subsistes.
En su primer día de trabajo Magnolia se presentó formalmente vestida. Falda negra con pliegues bajo la rodilla, una blusa crema con botones dorados, herméticamente cerrados hasta el cuello y unos zapatos de taco bajo, con un maletín estilo James Bond en la mano.
Ni bien se presentó ante quienes todos llamaban "Jefe" éste, casi sin verla, le mandó que se pusiera el uniforme. La prenda era de color verde; el sombrero era tan duro como un cartón de conservas, adherido a una visera negra; se usaba con unos zapatos de charol, igualmente negros.
Cuando se lo puso se sintió un poco masculina. Al ajustarse la correa y ponerse la pistola en el bolsillo alucinó ser una pistolera del oeste. Hizo piruetas frente al espejo y con pistola en mano imagino ser la esposa de Ringo Wood, haciendo imaginarios tiros al techo y ventanas. Volvió a la realidad cuando una compañera le tocó la puerta del baño para decirle que el Jefe la estaba esperando.
- Vamos, Magnolia, estás que te demoras, ni que fueras a una fiesta, el jefe tiene que irse y dice que te apures.
Magnolia se presentó ante el mayor Rufino, quitándose el sombrero en señal de saludo. Cuando éste levantó la vista, quedó cautivado con el rostro ovalado que tenía enfrente suyo y la imponente talla de la principiante.
El uniforme ceñido resaltaba la silueta esbelta de Magnolia. Tenía sus ojos almendrados, cejas pobladas finamente arqueadas como dos picos andinos, pómulos rosados, una boca en forma de corazón y una sonrisa que iluminaba su semblante como la luz ámbar de un bello atardecer.
-Buenos días, mayor Rufino.
- Bienvenida a la fuerza policial. Usted será entrenada por la Teniente Rivas durante seis meses. Cuando rinda exitosamente sus exámenes, estará en condiciones de salir sola a las calles a poner en práctica todo lo aprendido. Le deseo suerte en esta nueva faceta de su vida.
- Gracias Mayor por sus alentadoras palabras. Haré todo lo que esté a mi alcance para honrar a la institución. No defraudaré a mis superiores ni a mis compañeros. Actuaré siempre con lealtad y disciplina, lo prometo. Ahora me da un permiso para retirarme. Dio media vuelta sobre sus pies y se volvió a poner el sombrero que casi le tapaba sus almendrados ojos.
Ese mismo día fue presentada por la Teniente Rivas ante sus compañeros.
-Señores y señoritas, les presento a la aspirante a Cabo, Magnolia Soria.
Luego que todos, muy sonrientes, le devolvieron el saludo brindándole una acogedora bienvenida, la teniente Rivas tocó su silbato para dar inicio al dictado de clases. Era un recinto atestado de hombres y mujeres, ávidos de sumergirse en ese mundo, en donde policías y ladrones eran los protagonistas.
Llegó a su casa rendida de cansancio. El día había sido muy intenso y su mente estaba saturada de nuevas vivencias. Tenía tanto que decir a sus padres, que no sabía por donde empezar. Luego de una charla amena con ellos, se tumbo en su cama hasta el día siguiente.
-Despierta, amiguita. Ya es hora. Te propongo acompañarte hasta tu trabajo mientras me cuentas cómo te fue.
En el camino le contó a su mejor amiga todas las incidencias que tuvo en su inolvidable primer día de trabajo. De paso, aprovechó la oportunidad para animarla para que se presentara también como policía.
- Ya te dije, no me gusta esa carrera. Aunque reconozco que estoy pasando por un mal momento, ¡ya no me queda nada de dinero, no tengo ni para la gasolina!. Estoy quemando el último centavito que tenía. Espero me prestes algo hasta que consiga trabajo.
- Nada de eso, Tulita. No pierdas tiempo buscando trabajo, dejando por cualquier sitio tu hoja de vida. Te hago una apuesta. Primero, postula. Luego, si no te aceptan por tener bajas calificaciones, entonces, recién te prestaré todo lo que quieras. Es la única forma de tener la esperanza que estés conmigo para compartir el mismo trabajo. Que te parece, ¿aceptas?
- Es una apuesta muy tentadora, haber, haber,...mmm... déjame ver, !acepto!. Algo me dice que todo será diferente si estamos juntas en esta aventura.
Luego que Tula paso con éxito todos sus exámenes, ambas empezaron a tener un camino exitoso que fue reconocido por sus superiores. Las dos hacían rondas nocturnas, vigilaban que los menores no entraran a bares y discotecas, apoyaban a los jueces en los desalojos de viviendas y así, participaron en riesgosos actos de valor, al propio estilo de Starky y Hash.
Juntas eran pura dinamita. Era notorio que se habían robado el corazón de todos sus compañeros. Sus nombres llegaron a ser conocidos en la alta esfera policial.
Como reconocimiento a sus actos de valentía frente al crimen, el Ministro del Interior señaló el día de las fiestas patrias para que fuesen condecoradas en el rango de Tenientes. El acto sería televisado y visto directamente por miles de espectadores que estarían presentes en el tradicional Desfile Militar.
- Fíjate, Tulita, cómo ha cambiado nuestra suerte. Estamos juntas en esto y ahora la gloria nos espera. Somos el ídolo de todo policía. Somos un ejemplo de excelencia.
- Claro que sí. En buena hora ganaste la apuesta y me animaste a estar contigo en esta carrera que te llena de pura adrenalina. Pensar que nunca tuve ninguna vena de escritora, a lo sumo, solo llegué a escribir mi nombre y dirección en mi diario.
Una semana antes de la ceremonia, el mayor Rufino ordenó que ellas y tres compañeras más se quedaran haciendo guardia el fin de semana, ya que serían días movidos con ocasión del desfile militar. Ellas fueron las elegidas.
Durante la noche, se turnaron para ducharse, única forma en que resistirían al sueño de madrugada. Verónica, la más traviesa del grupo tomó su celular y empezó a dar rienda suelta a su frustrada vocación de camarógrafa. Sin que lo advirtieran, Tula y Magnolia fueron grabadas en el momento preciso en que salían de la ducha mostrando sus esculturales siluetas. Tenían como única prenda, un atractivo bikini que las hacia lucir atractivas, como si estuviesen concursando a un certamen de belleza.
- Magnolia y Tula, vamos regalen a la cámara una sonrisa triunfadora, levantando la mano y saludando al público que las ovaciona.
Estando ya vestidas con sus uniformes, ambas se mostraron a la cámara como felices ganadoras, reproduciendo aquellas escenas de la película en donde Sandra Buloc era una policía ganadora del concurso a miss simpatía, para deleite de sus compañeros de trabajo.
Estuvieron tan entretenidas con esos videos, que no sintieron el transcurso de las horas. La madrugada pasó tranquilamente por sus vidas, sin que nada extraño sucediera.
Al día siguiente, ambas se sentaron en el comedor y sintieron que los varones las miraban atrevidamente, de arriba abajo, con destellos lujuriosos en sus rostros.
La propia Verónica fue la primera en pasarles la voz de alerta. Se sentó sigilosamente junto a ellas y con voz apenada les dijo "ha pasado algo terrible. Mi celular me lo sustrajeron de mi armario y alguien ha divulgado por internet imágenes en donde yo las grabe en bikini sin que ustedes lo advirtieran.
Todos se han pasado la voz, la noticia se ha regado como pólvora. Lo siento, créanme, lo siento mucho.
Ambas se quedaron de una pieza. Tula dejó caer la bandeja regando la comida, rompiendo vasos y platos. Magnolia tuvo un ligero mareo que casi la tumba al suelo.
Ya repuestas, pidieron permiso para ir a una cabina de internet. No pudieron hacerlo porque en ese instante el Mayor Rufino llamó a Magnolia para hablarle en su despacho.
Apenas ingresó, este le dijo que se ponga cómoda, le ofreció un trago y con provocativa sonrisa le dijo si podían tener una cita privada en algún restaurante.
Esto no lo esperaba. Magnolia se retiró de inmediato sin decir una sola palabra. Supuso que esa atrevida invitación se debía a las imágenes divulgadas en internet.
Sus siluetas fueron exhibidas contra la voluntad de ambas jóvenes. ¿Quién lo haría? De repente lo hizo la propia Verónica o algún envidioso.
El día del desfile militar, el Ministro las llamó con voz solemne a las dos sobresalientes y valerosas policías. En vez de la condecoración fueron sorprendidas cuando inusitadamente, el Mayor Rufino se les acercó y con mirada severa les arrancó los galones y las despojó de sus armas.
Ambas fueron retiradas de la institución por conducta inmoral. Nunca más usarían el uniforme. Todos habían sido testigos de tan repugnante humillación, solo por haberse divulgado por imágenes de lo que solo significo un juego, en una noche de madrugada en que soñaron, por un instante, ser ganadoras de un premio a la simpatía.
Sin que jamás lo imaginaran, ese sueño se tornó en la pesadilla más grande de sus vidas.
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