Así es señores, todo lo que sube, tiene que bajar.
Bendita ley que ampara a los que han sido desgraciados durante un tiempo.
Ahora, transfórmate en el patriarca que siempre quisiste ser. El patriarca de la miseria. El Señor Feudal del fracaso.
Así, tal cual señores, los monstruos se transforman en hormigas, que recogen los restos del mundo que a nosotros nos queda.
Un edecán de la necedad que hizo gala de un poder que ahora le sirve para masticar el invierno voluntario de su vida.
Un "Hidalgo de gotera" con tan poca nobleza que ni el caserío más triste daría un par de monedas por su fama, porque rompería la imagen del paraje que llevase su nombre. Espantoso.
Lo controlaste todo, ¿podrás controlar el desequilibrio de la vida, que te devuelve las toneladas de miseria que esparciste por la tierra?
Hoy, a carcajadas rien los árboles y sus parásitos de ti, porque los parásitos te miran hacia abajo y comentan lo horroroso que te ves, humillado por el inerte concepto de la vida.
Pero tu lo quisiste así, lo controlaste así. Es la cosecha de un plan tan perfecto como macabro, que te ayudó a construir tu propia tumba silenciosa de problemas.
Ahora, no solo se pondrán a prueba tus nervios de plomo, sino que sea cual sea el resultado el polvo de tu locura ahogará las gargantas de tu gente; a tal punto que dejarán de ser tuyas, y te relegarán a la oscuridad de tu locura a saborear ése exquisito almíbar, acaramelado y espeso de la miseria más suprema que se pueda concebir. La miseria de Luchito.
El Coronel
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