Nuestra caja de Pandora
Cuenta una antigua leyenda que en cierto tiempo se encerraron todos los males y pestes de la tierra en una caja llamada Pandora. Y decían los más antiguos que no debía abrirse porque acabaría con toda la humanidad. Pero, ¿era realmente un mito? Lo cierto, es que esta historia se ha contado de generación en generación y todos hemos oído hablar un poco de ella.
Sin embargo, todos a nivel personal arrastramos en nuestra encrucijada de vida toda una gama de experiencias. Algunas muy lindas, pero otras pueden ser muy trágicas y en ocasiones traumatizantes. Todo depende de los que nos toca a cada quién. Lo cierto, es que la vida no es de color de rosa. Y a veces, en períodos de nuestra vida nos llega una mala racha que en el fondo quisiéramos que terminara rápidamente. Y a veces uno se pregunta: ¿Cuando terminará? Lo cierto, es que Dios es generoso con nosotros, y cuando creemos que ese infierno va ser eterno, nos manda una pequeña luz en el camino, y varios Ángeles a cuidarnos, pero en ocasiones estamos tan ciegos, que no los reconocemos en el camino.
En mi historia personal, hay experiencias que no quiero ni acordarme porque con vivirla una vez son más que suficiente, y vivirlas dos veces sería una tortura. Por eso yo decidí meter esas experiencias en esa caja de Pandora y no abrirla jamás, y quedarme nada más con las experiencias lindas de mi vida personal como el amor de mis padres, los amigos impredecibles que han aparecido en el camino cuando más los necesitaba, y el contacto con mi amiga la naturaleza, que en forma mágica me han llenado bastante mi vida. Fue en esos momentos que me di cuenta el valor tan grande y la gratitud que se le debe dar a nuestro padre universal. No crecí con creencias religiosas fuertes, pero en esos momentos fue que me acerque más a dios y ahora no me alejo de él del camino, porque él es mi mejor amigo. Solo puedo decir que soy una persona de mucha fe, y dios me ha bendecido con su presencia en los momentos más difíciles de mi existencia. La vida me enseñó que no es necesario pertenecer a ninguna iglesia para sentir la presencia de Dios, total él se manifiesta de diversas formas. Pero, es mi opinión personal, y no espero mucho que los demás lo comprendan porque cada uno tiene su propia experiencia personal.
Estoy convencida de que cada uno de nosotros tenemos nuestra propia caja de Pandora, porque a veces la vida nos trata duramente, y nos generamos odios y resentimientos innecesarios. Pero es importante que lo guardemos en esa caja, y cultivemos los bellos amaneceres, la compañía de los buenos amigos, el amor y respeto de nuestra familia. Como dice Paulo Coehlo en su bellísimo libro: “El manual del guerrero de la luz”, muchas batallas se tienen que dar en la mano del guerrero, algunas son vencidas y otras ganadas, pero el verdadero guerrero nunca se vence, sino aprende de las experiencias en el camino, y aprende a conocer a su enemigo, a dar sus retiradas a tiempo e iniciar futuras batallas. Por esa razón considero que me he convertido sin darme cuenta en un guerrero de la luz en el batallar de la vida, pero para triunfar en las batallas personales hay que convertir su experiencia de vida en un mar de sabiduría.
Sin embargo, todavía el amor es el sentimiento más sublime. Y Dios nos lo manifiesta en todas las bendiciones que nos manda. Lo importante es reconocerlas, y ayudar por supuesto, si vemos que alguien necesita una mano amiga darle la mano porque ellos son compañeros del nuestro viaje por la vida.
Judith
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