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Un sábado más en la vida de una joven. No, no lo sería. Por la tarde había comenzado con el arreglo de su cabello, había cambiado su color natural por el que estaba de moda en ese momento. El largo de su pelo le daba un buen marco a su cara, que si bien no era hermosa, se destacaba por su blancura y sus ojos grandes y expresivos. Con esmero había elegido la ropa que se pondría, no era costosa, pero los colores le sentaban bien y además se maquillaría con esmero. Como en otras ocasiones, saldría con una amiga, otra joven vecina con quien compartía salidas y secretos. Quería divertirse y por qué no encontrar un joven apuesto para bailar y a lo mejor concretar algo más. En ese tiempo había pocos teléfonos de línea, los celulares no existían ni en norteamérica, de modo tal que para verse otra vez, la única forma era concretar una cita para el próximo baile. Estaba previsto que uno de los padres las llevaría y las pasaría a buscar a las tres de la mañana, era la costumbre de la época. No había hechos violentos pero las mujeres no salían solas por la noche.
A las diez, salieron para el club que distaba a pocas cuadras de su casa. Después de la cola para entrar, las jóvenes dejaron sus abrigos en el guardarropas y se sentaron en una de las mesas que se encontraban alrededor de la pista. Si bien era invierno, la noche no era muy fría y además había mucha gente. Ese lugar tenía buena reputación, las mujeres lo preferían a otros no "tan distinguidos" y los hombres sabiéndolo, enfilaban para allí. Después de un rato y con una música de fondo que invitaba al baile, la joven dirigió la mirada hacia donde se encontraban los muchachos. Después de una primera vista, le llamó la atención uno de ellos, era alto, elegantemente vestido, fumaba y tenía toda la pinta de ser estudiante o un empleado de categoría. Desde chica siempre escuchó que para casarse había que buscar estudiantes universitarios, técnicos o empleados bancarios porque eran los que más posibilidades de progreso tenían. En unos minutos, el joven que le gustaba la cabeceó y ella con una amplia sonrisa accedió a su invitación. Todo hacía suponer que esa noche le iría muy bien....
Desde otra mesa, una mujer que ya lo conocía pensó: " tuviste mala suerte, todo será como un mal sueño, saliste a bailar con alguien que a pesar de su apariencia agradable te hará una desdichada porque él en su forma de actuar no es uno, son dos - Dr. Jekyll y Mr. Hyde".

Texto agregado el 02-04-2009, y leído por 214 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
22-01-2013 Muy bien narrado y con un final insospechado . M e gustó. elpinero
14-01-2011 Muy bueno, le das un toque de época a un tema que permanece. por más que haya solidaridad de género, es imposible advertir a otra de su error. NeweN
20-12-2009 BUEN relato,bien tramado ...las apariencias siempre engañan ...eso me lo enseño mi madre...no hay que fiarse. mapata
01-09-2009 ¡¡Muy buen relato!! con una reflexión final, entre el humor y la realidad.******* almalen2005
03-04-2009 y sigue sucediendo a través del tiempo, en todas las épocas hay de stos sujetos,muy buen cuento. divinaluna
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