A mi querida esposa:
Ya no soporto tus bigotes ni tu olor a pescado, rebosas grasa por todos lados y tu silueta ya no es más que una masa amorfa. He decidido abandonarte y buscar un espécimen acorde a mi refinado gusto, una sirena no me vendría mal. Te dejo todo lo material que tenemos especialmente la roca donde asentamos nuestro hogar.
Que los astros te ayuden y encuentres un compañero sordo para soportar tus ronquidos, cuidate de las redes que te tienden los hombres y recela de señuelos que solo pretenden atraerte por tus generosas carnes.
Saludos la morsa.
Texto agregado el 02-04-2009, y leído por 354
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