Temperli
Temperley, agosto, olor a Temperley en el aire, tibia tarde de invierno de domingo, salgo de mi casa, me paro en la puerta verde y respiro perfume cerrando los ojos con la cara al sol.
Mi cortada empedrada de barrio. Llego a la esquina, doblo, me acaricio el pecho y lo saco. Saco a mi imagen del pasado con vestido bobo y tacos bruja, voy pintada de rojo chillón en los labios y mi imagen de los quince se aleja rápido caminando adelante mio, rápido para llegar a la puerta del matine.
Llego a la otra esquina, me vuelvo a acariciar el pecho y saco a mi imagen de los 17 con guardapolvo blanco con tablas arremangado para que quede mas corto y los puños arremangados, tengo una carpeta bajo del brazo. Mi imagen pega la vuelta con su jopo y camina hacia mi casa con paso de canchera dueña de barrio.
Miro a la calle para que no me pise el 165 o el 318, cruzo la calle. Salen de mi los 16 con remera del demonio de tasmania y entran al almacén, piden un Marlboro 10 y medio kilo de papas que me pidio mi mamá.
Sigo caminando por la vereda vacia, saco del bolsillo a mi fantasma deportivo con shorts y rodilleras, el pelo atado, mis rulos siempre rebeldes y camina unos metros mas adelante con ese paso medio a los saltos que me valió el apodo de pantera rosa.
Camino una cuadra mas y llego a la casa de Paula. Le toco el timbre, mi fantasma se adelanto y ya espera en la puerta.
Sale Paula a recibirme con su pelo corto, sus lentes de leer y su cara de jueza en lo civil y comercial. Por atrás viene una Paula de quince años con acné y zapatillas Nike, perlitas en las orejas y esa sonrisota de sapo que siempre la caracterizo.
Se adelanta abre ella primero la puerta y saluda a mi yo de shortcitos,
- Dale vamos al club que esta Martin Demarco y los chicos de basquet -
Las veo alejarse rumbo al club Temperley riéndose fuerte.
Paula jueza me abre. Nos damos un abrazo, seguimos el pasillo, entramos a la casa moderna de paredes de colores que tiene, casi piso a unos de sus gatos de mierda que tanto odio, saludo a Agustin, su marido, me acomodo en el sillón mientras prendemos un pucho. Los dos se me acercan
- Boluda, vas a ser tia -
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