Cómo hago para no confundirme si para verte a los ojos tengo que… Si ni siquiera soy capaz de verte a los ojos sin ver el peso del insomnio y la tormenta. Bajá del cielo y dejá que te toque para darme cuenta de que sos de carne y hueso. Quiero ¿sabés qué? Cortarte con un bisturí y lamerte la sangre; saborearla, saborearte.

Quisiera empobrecerte. Quitarte esos ojos verdes cómo el mar que tenés, esos ojos de maga que no puedo dejar de mirar. Cambiar tu boca por una que no sea tan irremediablemente perfecta. Desfigurarte ese cuerpo de diosa con que andás paseando por París. Tus senos delicados y firmes, desgarrarlos y colorearlos para que tus pezones no sean del color del cielo. Quisiera rectificar esa curva enloquecedora que forman tu cintura y tu cadera, cambiarla, enderezarla para que no exista. Descomponerte las nalgas y hacerlas flácidas, planas, feas. Tus piernas, arruinarlas para no verlas desnudas, desequilibrándome vez que cierro los ojos. Quisiera desazonarte, por lo menos en mi cabeza, por lo menos cinco minutos.

Quiero que dejés de ser divina una noche entera, descubrirte cinco o seis defectos y enamorarme de ellos.