EL VALOR DE MI CABALLO
En la finca se criaban y vendían caballos de andar, caballos mestizos cruza de criollos y pura sangre, Se compraban caballos para tirar los arados.
Siempre había compradores interesados por un determinado caballo y vendedores que traían todos los años caballos para arar las viñas .Desde mi óptica personal y en el aspecto sentimental esos intercambios nos significaban nada en particular, lo consideraba muy “normal”:caballos que llegaban y caballos que se iban. Esta situación empezó a cambiar cuando en el invierno del 48, nació el primer hijo de la yegua negra que era de mi hermano y usaba mi mamá.
Ese invierno en particular era muy frío con las noches debajo de cero grado, asíque dejábamos a la yegua en la pesebrera, con doble manta de arpillera con un frazada en el medio.Como sabíamos que el potrillo llegaría en cualquier momento, el caballerizo estaba sumamente atento a los síntomas de que se produciría el nacimiento, por fin llegó un hermoso potrillo: zaino colorado cabos negros.
Le pedí a mi hermano que me regalara el potrillo, el me lo regaló, desde entonces todas las tardes cuando volvía de la escuela me iba jugar con el.
De día estaba en un potrero frente a la pesebrera, allí iba yo y le daba terrones de azúcar que mi papa compraba en bolsas de 70kilos, era la azúcar “refinada”blanca y en cristales, la que fue reemplazada en los bares por las bolsitas selladas.
Aprendió a venir a mi llamado, con un silbido el sabía que luego recibiría un premio, era un terrón de azúcar.
CHIQUITO, así lo llamé era un hermoso caballo, creció sano y manso, el caballerizo tenía para el los mejores potreros y en el invierno estaba guardado en pesebrera según el frío, tanto de noche como de día.
Por fin llegó el día que el caballerizo decidió amansarlo, primero lo capó y luego lo amansó, lo capo al final del invierno para que no hubieran moscas, y lo amanso en la primavera y parte del verano.
Cuando estuvo manso de andar me lo dio para que lo usara. Chiquito era un caballo espectacular y muy manso, hacía todo con inteligencia, aprendió rápido a saltar.
Yo empecé a hacer algunas travesuras que fueron disgustando a mi papá, algunas fueron como robarle con los pibes de la finca caballos para ir a las cuadreras y allí correr una carrera con Chiquito, perder la carrera y escaparnos a toda bala sin pagar el premio.Luego de eso, en penitencia mi papa me mandó a la casa del dueño de la yegua que nos ganó: a pagar.
La última travesura que colmó el vaso fue una carrera por el callejón del medio que se extendió 500 metros hasta el portón que cerraba el callejón, después de la represa de agua que era el abrevadero de los animales.
Corrimos con Carlitos, el en un tordillo que le vendió mi papa, cuando llegabamos al portón Carlitos me grito! Frena Jorge! … ¡y yo no pude frenar! , el caballo rayó en cuatro patas y yo pasé por arriba del portón, que tenía un alambre que sobresalía hacia a arriba y me cortó el pantalón corto, formando una pollerita y que pudo tener un riesgo mayor.
Mi papá decidió que era tiempo , de vender el caballo, sino algún día me pasaría algo mas grave, ese año yo terminaba la escuela primaria; el secundario era en una escuela normal con orientación técnica” maestro regional”con cursos mañana y tarde.
Apareció un señor y le interesó el caballo, hablo con mi papá y fijaron el precio, cuando lo vino a buscar fue cuando me di cuenta que no se vendía un caballo mas, era Chiquito, mi caballo y me puse a llorar.
A la escuela debía ir con uniforme, papa le dio el dinero de la venta de Chiquito a mi mamá; me compró el traje gris saco y pantalón, me compró camisas blancas, medias y zapatos, tenía un uniforme nuevo.
Pero fui el alumno más triste de la clase, ese dinero no alcanzó para comprar el amor por mi caballo
Jorg Eduardo
30/marzo/2009
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