Sublime, el fuego de mi alma;
caliente, el ardor de tu mirada,
y se unen en intensa llamarada
el Sol de guerra, la Luna calma.

Conserva mi corazón ardido
la lluvia fresca de mi dulce cara,
y mantenme por siempre enamorada
el ojo de mi pecho siempre erguido.

Comprende lo que es incomprensible,
expresa lo que es inexpresable.
Agresivo, oculto y poco amable:
interpreta la risa del misterio.

Siente lo mínimo insensible,
piensa lo que es impensable,
y deja que tu corazón entable
una conversación con lo increíble.

La estrella de mi cuerpo y el misterio
se ocultan en tu sangre, que te hierve;
y dejan que el camino hoy te lleve
al juego de mi vida en tono serio.

Toca con tus dedos muchas notas
que yacen en mis pechos, inservibles,
pues sólo ante ti son sumergibles
mis lágrimas y truco de sus gotas.

¡Mantenme siempre, siempre enamorada!
Que permanezca mi alma siempre tuya,
que la sangre del Sol siempre fluya
por nuestros cuerpos y vidas elevadas.