Juanolo
Juanolo se encontraba tomando una siesta en el vientre de su madre cuando, sin preámbulo alguno, las presiones para que se fuera comenzaron, tomándolo totalmente desprevenido. Llevaba desde que podía recordarlo en aquel lugar y no entendía por que lo echaban. El lugar era cómodo, cálido y lo alimentaban bien. Se ajustaba perfectamente a sus necesidades y, aunque era cierto que últimamente había empezado a sentir que le quedaba chico, en ningún momento se había quejado. No creía haber nunca molestado a nadie ya que, por lo general, se mantenía sin moverse mucho y por lo tanto le parecían incomprensibles los gritos que le llegaban exigiéndole que saliera.
Resistió lo más que pudo, pero al final las presiones pudieron más que él. Tras varias horas de lucha tuvo que salir. Tenía miedo. Afuera las cosas le parecían tan frías y tan poco amables. Todo lo que él conocía había desaparecido, dejado de existir de un momento a otro: su hogar, sus medios para alimentarse, su seguridad. No podía evitarlo: comenzó a llorar. “¿Por qué me mueven tanto?”, “¿Por qué no me dejan en paz?” gritaba, pero nadie parecía hacerle caso alguno.
El esfuerzo que representaba todo el cambio era tan sobrecogedor que lo había dejado agotado. Cuando el sueño empezaba a cerrarle los ojos se dio cuenta de que habían dejado de moverlo. Trató de enfocar la vista para ver aquello que había ocupado su limitado campo de visión. Como dentro nunca había tenido la necesidad de ver, todo estaba borroso. Por fin, pudo distinguir una cara que parecía tan agotada como él mismo se sentía y que, sin embargo, sonreía; sonreía y lloraba a la vez. Otra cara se acercó a la primera. También esa cara sonreía. Un calor agradable lo envolvió; era un sentimiento tan extraño, relacionado con aquellas caras, que lo hacía sentir como si estuviera en casa. El sueño se iba apoderando de él y ya no podía mantener los ojos abiertos; necesitaba descansar. Cuando los cerraba trató de sonreír como aquellas caras que ahora reían, pero no supo como, ya tendría tiempo de aprender. De algo estaba seguro: ahora todo iba a estar bien.
(Agradeceré comentarios, Luis) |