Contenta me despido de la familia de Alex, mí novio, me acogieron muy bien y me sentí como de la familia. Una tarde de maravillas, todo es bello, en uno meses más nos casaremos. Estoy muy ilusionada, pero tengo temor, aunque papá me encuentra demasiado joven y quiere que estudie. No deseo que me hieran con la infidelidad. Aunque madre nunca lo dijo, se que mi padre a veces le era infiel, lo he sabido ahora por mis tías y me da miedo y callo, justo ahora que estoy enamorada y con fecha de matrimonio. Todos dan consejos o hacen bromas del matrimonio, mamá me pregunto:- Si estaba segura, despues de casada la vida cambia, todo cambia, hija,hay que armarse de paciencia, perdonar a veces por los hijos, lo se.
Claro eso me causaba pena, no podía creer que eso podía pasarme a mí.
Lo mío será diferente porque nos amamos mucho. Alex es muy atractivo, alto y simpático. En cambio yo apenas llego al metro sesenta, delgada y me considero de escasos atributos físicos. A lo mejor por eso soy un poco celosa, pero lo disimulo. Suspiro y de la mano caminamos por el pasaje. No estamos lejos de casa, pero si a trasmano y vamos en busca de un taxi. Debimos llamarlo de su casa,no lo pensamos, podríamos caminar, sería lindo, pero mis padres me esperan. Un vecino de Alex regando el césped.
-Buenas tardes, don Rodolfo. ¿Cómo está? Días que no lo veía. Gracias por las revistas que me dejó en casa.
El señor mira, noto su turbación y responde serio:
- Buenas tardes, mañana conversamos.
Está nervioso y molesto. Desconcertada y en silencio, seguimos nuestro camino, al avanzar Alex me comenta que lo encontro raro a don Rodo, a lo mejor problemas de salud. Es una bella persona, muy gentíl, hace como siete años que vive aquí, con la Blanquita, que es compañera de trabajo en la misma empresa. Alex me mira, sonríe y exclama:
- Estás pálida y temblorosa, algo indigesto tal vez. Volvamos a casa que mamá te prepare un te de hierba.
-No amor, no es necesario. Este don Rodolfo, marido de no se quién, me ha descompuesto. Es mí vecino en la villa,es el padre de Rodolfo, de mí amiga Gloria y Marcelo. Algunos estudian y trabajan y doña Lidia es la sacrificada y envejecida esposa de este viejo, que ignora o acepta que riegue el césped en otro barrio. |