Búrlate del cielo que nos aterriza encima
que los dos nos lo cogemos con cara moribunda
para cuando los flamencos vuelen por completo rojos
se nos va a evaporar todo el bronce de los huesos
tú vas a estar divina esculpida sobre tacos
yo escucharé en la radio, sumergido bajo aceite
el dolor de la abstinencia en una lengua antigua
me apaciguaré lamiéndote las manos

Suspirarás torciendo el cuello hacia arriba
todo el horizonte ondulará en tu boca
me va despedazar el golpe de los santos
pidiendo a mis rodillas morder los adoquines
será como un latir de una Tierra rubicunda
rugiéndole a su sol que se extinga suavemente
perdí la rotación mirándote en la noche
desenterré mi vientre para quedarme en ti

No me asustaba amputarme la cabeza
hasta que tus uñas rasguñaron por acá
conocí ese susto bañándome en tus aguas
donde todo es dulce y a punto de lucir
un opaco sueño que te arrastra hacia abajo
donde los cangrejos te pueden picar
y cada agujero de este cuerpo canceroso
es bóveda de gemas que nunca encontrarán

Cerraste, angostando, la cuenca de mis ojos
con un gesto de aurora poderosa y sonriente
por eso te juré veinte siglos de diluvio
de adoraciones, vasallaje y deshonor
hasta beberé todo el níquel del planeta
para deshelar a la muerte que me abriga
coseré una piel de puma en su calavera
la ahogaré vertiéndole maná