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Pedro entró a su casa, tomó a su esposa y le hizo el amor, pero no cualquier amor, era un amor espeso, desesperado, casi agónico. Pedro venía saliendo de la cárcel, le habían dado cinco años y algún día, por dejar parapléjico al que se tiraba a su mujer...
-¡Qué importa si la cama suena!- dijo Pedro, ante las protestas de su esposa- ¡Qué importa si gritamos como enfermos! ¡Qué importan los vecinos! ¡Qué importa si...!
-Al menos respeta al vecino- murmuró la mujer, al borde del orgasmo – recuerda que es el padre de tus hijos...
Pedro se detuvo al instante, corrió a la casa del vecino para terminar de matarlo ...y a la mujer no le bastó todo su arrepentimiento...
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Texto agregado el 30-03-2009, y leído por 146
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Lectores Opinan |
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31-03-2009 |
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¡Adelante! 5* para que prosigas. Cox |
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