Ciertamente que uno vaga por esta vida descubriendo nuevas esencias a cada instante, asombrándose o no, según sean las circunstancias que le cuadren y claro ante una embelesada llamada que le augura una prometedora y lujuriosa sesión de carne hasta mas allá de los cabales pensamientos, se torna un tanto lerdo y acude si la mas mínima vacilación a lo que el destino en un momento de enajenación transitoria le brinda en bandeja de plata a sus paupérrimas necesidades que bien sea dicho de paso, son inmensas, no por el ardiente deseo que a uno le embarga, si no porque últimamente y tal como se presenta el futuro, lleno de sequedades y silencios, se nos hace cada vez mas difícil disfrutar de una buena y libidinosa reunión de apetencias carnales que dejen satisfechos a los cuerpos mas exigentes por las continencias a que se ven sometidas en estos tiempos de desidias que mal que lo queramos nos tocan bregar a todos.
Y ciertamente que uno acude a la esporádica cita en el total desconocimiento de lo que le augura la parte contraria que bien mirado es de lo mas entreverada posible, ya que no muestra sus maquiavélicas intenciones al primer vistazo, guardándose en sus adentros lo más recóndito de sus propósitos, cosa que si se lo hubiese guardado para sus afueras, seria bien visible hasta para el mas despistado de los mortales, como es mi caso evidentemente.
Y allí me presente con mis mejores ansias tras sortear infinidad de impedimentos a cual de ellos mas empinados que uno no se puede explicar el porqué para un placido deleite, te ponen el mismísimo Himalaya ante las narices para que lo escales cual si fuera un minúsculo guijarro, al cual de una simple patada puedes apartar de tus perentorios e inaplazables instintos... pero no, allí estaba impertérrito y socarrón, como queriendo decir.- Macho distes con la horma de tu zapato y te va a costar un tanto pasar por encima mío...
Indiscutiblemente uno quisiera que la senda fuese más llevadera a ser posible cuesta abajo ya que todavía no aprendí a deslizarme cuesta arriba pero así estaban las cosas y uno, aunque a regañadientes y falto de aire en los pulmones emprendió el fatigoso y largo camino hasta donde era de suponer en mis locos pensamientos, aguardaba ansiosa la parte muy contraria... y claro uno aunque notablemente cansado por los imperiosos esfuerzos pone su sonrisa de oreja a oreja para causar la mejor impresión y que la dama caiga rendida a sus brazos no mas traspasar el dintel de la puerta...
Pero, ¡¡¡Hay mísero de mí!!! Allí no se encontraba una, ni dos, ni tan siquiera fantaseando mucho tres, no señores allá se encontraban 10 hermosas prestas a ser acariciadas, regaloneadas y desnudadas para mostrar sus carnes apetitosas al más absurdo poeta que de la impresión perdió hasta la dentadura postiza con el consabido jubilo de los presentes que se afanaban entre risas y bromas por ser las primeras por pasar por las mal llamadas expertas manos que ante tanta solicitud empezaron a temblar mostrando un notable desasosiego ante la labor encomendada. Y uno en su párvula ignorancia creía que para tales menesteres, se me procuraría cierto acomodo, ya sea un mullido diván para mis escuálidos huesos, o al menos una triste silla que diera sustento a mis posaderas... ¡Pero no!! Créanme que no fue así pues las muy coquetas se abalanzaron sobre mi grata persona sin el más mínimo miramiento a la comodidad y el justo decoro que todo homosapiens se merece por su indudable galantería para estos casos.
¿Y creen que se inmutaron porque uno estuviera en tan incomoda posición? Todo lo contrario, si hasta mas de una susurro...
.-¡¡No sabes lo que te espera macho!!!
Y yo pensando para mí... A ver como salimos de donde no deberíamos haber entrado.
Pero uno es como es presto a regalar caricias a la piel más exigente sin asustarse ante nada por muy dificultosa que sea la encomienda que una vez ya puestos, lo mismo da una que cientas...
Semi asustado pero firme las contuve, tomándolas de una en una sin la más mínima preferencia o distinción individual y parándoles las prisas a mas de una para que siguieran un orden no establecido por ellas, si no todo lo contrario, ya que mi libre albedrío, o digamos mas bien el de mis manos las aferraban ya sea por proximidad o por apetencias volumétricas que de todo hay en esta vida... y las fui desnudando pausadamente, deleitándome en ellas con la notable satisfacción de sus pieles que resbalosas y humedecidas por un placer insospechado a estas alturas de mi vida, llevaron a mis trémulas manos a la lujuriosa y lasciva prontitud para calmar sus mas recónditas apetencias, según las necesidades de cada una de ellas y de todas en un conjunto, ya sea por la característica de piel o por lo que escondían en sus bien diferenciadas entrañas... pues bien es sabido que dos rosas pueden tener la misma cantidad de pétalos... pero el aroma es muy distinto a cada una de ellas.
Y no, no fue fácil tan dificultosa labor, ya sea por ser la primera vez que uno se encuentra en estos menesteres de desnudar a diez semejantes entes en una sola sesión, en tan incomoda posición y con el agravante de carecer de inspiración... Pero allí quedaron desnudas y limpias de todas las impurezas de esta vida transitoria y dándose un apetitoso baño que las predispuso para la gloria del más exigente y fogoso guisandero ya sea para hacerlas a lo Pobre o en un exquisito puchero...
No te acostaras, sin pelar una patata mas...
Joan © Bosch 25/03/09
A mi Mechuda del alma, culpable de mis cuitas culinarias...
“Soliloquios de un cuadrúpedo en su diván orejero”
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