Me está mirando.
Siento como me mira. Como atentamente mira mis dedos, como de pronto mira mi cara y como intenta mirar la pantalla.
Le intriga saber qué estoy haciendo, y es que es un tanto obsesiva... a decir verdad, demasiado obsesiva.
Sólo me mira tirada en la cama y saca conclusiones, nada de palabras.
Y es que poco nos hablamos. A veces no son necesarias las palabras para comunicarme con ella.
Yo la miro y sé qué quiere de mi... ella me mira y sabe que quiero de ella. Lo sé, porque siempre la miro... y ella también lo sabe.
Cuando nos acostamos juntos, su corazón late muy rápido, y eso me hace temblar.
Cuando toco su cola, me mira de reojo, y yo la miro de reojo también... ¿puede existir mejor comunicación?
Me gusta cuando en la mañana le sirvo desayuno, y comemos juntos en la cama. Y ella, en muestra de su agradecimiento hacia mi, me besa. Recorre mi cara desde la frente a la mandíbula, llegando al cuello, mordiendo mis manos en impulsos animales.
A veces le digo que la amo, que sé que es muy fiel... ella, ahí tirada, no me dice nada, pero su mirada de asentimiento me emboba y hace que la quiera más aún.
Es realmente bella. Cuando vamos al parque todos la coquetean, se le acercan, se hacen los dominantes, la miran, de a poco se le acercan, la miran, de a poco se le acercan, de a poco. Y llegan.
Yo, aparento tranquilidad cuando recojo un palo y los amenazo. Pocas veces se quedan ahí a defender lo que creen suyo.
A veces pienso que sería la mujer perfecta. Ideal para mi, salvo que aún no tiene la antirrábica. |