Temo usarte como motivo para escribir, por eso debo atacar la hoja por los costados diciendo una estupidez como Tengo miedo a escribir para ti u otras que no vengan al caso. Pero cómo se accede a ese rincón de tus sentimientos que has cercado entre frustración y odio. Sería tal vez como escribiste, no sé si por inspiración personal o ajena busco un pretexto para salvarte en mi memoria. Verás, apenas comienzo estas palabras, toda mi desdicha arremete contra tu recuerdo. No hay ninguno que se salve de ser teñido por el opaco desventurado que arremetiste contra mi año -nuestro año-. Es la historia que me puso al descubierto, y es tan injusto. Tú deberías ser la que se desnuda sobre el crisol, tan pérfida como demostraste ser. Sólo tu y doloso maquiavelismo de burdel sería condenado bajo la mira de mi entorno atónito, del mundo que no mereces. Y en vez de aquello sólo mi ingenuidad, mi estupidez, mi patetismo tristemente romántico. Lo has arruinado todo a tal punto que aún ahora no mereces ni un solo pretexto. Esta pretendía ser una carta de amor. Esta pretendía ser una carta de amor.