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Era una de esas típicas reuniones familiares en la que uno asiste casi o totalmente por obligación; siempre pensando de una manera egoísta me dije —estaría más a gusto disfrutando en mi silla preferida leyendo un buen libro o cosas por el estilo— con estos pensamientos pasando por mi mente, un amigo me ofreció un trago, gustoso acepte, ya que me gustaría disfrutar de la fiesta ya sea de cualquier forma, y que mejor forma que estando ebrio. Como la casa en donde nos encontrábamos tenia vista al lago de la ciudad propuse a mis amigos a irnos de pesca. Ellos aceptaron, ya estando todos dispuestos nos dirigimos con la caña de pescar al hombro y los anzuelos en el otro brazo; un amigo llevaba los refrigerantes en una conservadora.
Lo estábamos pasando genial, burlándonos unos de otros por el espectáculo de estupideces que uno comete al estar alcoholizado, unos tratando de pescar con una cara muy seria, otros tratando de ahuyentar los peces de los otros, provocando la furia de los anteriores.
Así hasta que llego el atardecer, los pájaros se dirigían hacia sus nidos en los árboles, los perros y otros animales domésticos a la casa, los animales de granja a los establos, también los bichos nocturnos hacían su aparición, tal como el sol se oculto, la noche había caído, por lo que mis amigos decidieron que ya era hora de marcharse. Todos los invitados a la fiesta también estaban prestos a irse ya cada cual en su vehículo, yo por mi parte decidí quedarme a acampar cerca del lago, a pesar de no tener un camping o una bolsa de dormir. Pero como sabrán la sabiduría de borracho me obligaba pensar de una forma totalmente irreal.
Ya pasadas las 21:00hs. de la noche, seguía en la afanosa tarea de pescar—aunque por cierto aun no había picado ninguno—pero como dicen que de noche los peces son más abundantes, continúe sin prestar demasiada atención

que el lugar donde me encontraba sentado se hacia más oscuro y tenebroso a cada minuto que pasaba.
De repente sentí como si alguien me observara, gire sobre mi hombro y observe que hacia los árboles no tan lejanos, pude divisar la figura fugaz de un ser que habría de tener unos dos metros de altura, solo su contorno era visible y sus ojos, más verdes que las llamas esmeraldas de un sexto averno. Cuando fui a revisar el lugar donde anteriormente estaba este oscuro ser, no encontré rastro alguno de él o lo que sea que haya sido. Por lo que me tranquilice y me dirigí de nuevo hacia el lago.
En el camino note como la naturaleza revelaba su lado más sombrío. Al llegar al borde del espejo de agua divise unas cruces como las que se encuentran en los panteones, pero parecían de una época antigua como de la gran guerra que había ocurrido hace unas cuantas décadas en mi país; después vi como del agua sobresalían algunas formas antropomorfas, lo que para mi sorpresa eran, cráneos carcomidos como si se tratase de muertos vivos, y para empeorarlo cerca de la tumba o lo que sea que sean esas cruces alrededor del lago, una mano salió de entre el fango y me impidió escapar, pedía socorro, auxilio, pero era inútil por que me encontraba a un kilometro de la próxima casa. Trate de escaparme de esa terrible mano cadavérica que parecía una prensa pequeña, lo había logrado pero los muertos del lago empezaban a acercarse a la orilla; ya recuperando mi movilidad me encamine hacia el puente que cruza el lago justo por en medio, dirigiéndome hacia un lugar donde me podía salvaguardar de aquellas terribles bestias infernales, pero como si no pudiera estar peor la situación, justo en medio del puente un animal de gran porte impedía mi paso, era un lobo sin cabeza de color blanco que se abalanzo sobre mí, esquive su ataque y pude correr sin impedimentos pero el lobo me seguía, yo corría con todas las fuerzas que me quedaban hasta llegar a una casa deshabitada. Entré como un relámpago, tratando de cerrar todas las aberturas posibles de la casa con los viejos trastes que encontraba, pero vi con horror como ese ser maligno atravesaba fácilmente la cerradura de la puerta mimetizándose a través de ella, por lo que decidí armarme con la pata de una silla que había roto para tal hazaña; luche contra él hasta que ya no me quedaban fuerzas, a pesar de que no tenía cabeza me parecía haber visto una cara fantasmal como si fuese una masa de ectoplasma lo que me dio aun más pavor, cuando iba a entregarme a las garras de la terrorífica muerte, divise como por la hendidura de una ventana pasaba la luz del sol que hizo que el lobo abismal desapareciera como si de una ilusión se tratase; cuando salí afuera ya era de día.
Se lo conté a mis amigos; dijeron que estaba loco o que era por la borrachera que tenía. Pero los más ancianos me dijeron que en ese lugar fue donde los soldados habían cruzado con la caballería e infantería para combatir una de las más terribles guerras, fue en ese momento que recordé haber visto que los muertos vivos o seres espectrales que salían del lago vestían uniforme militar.

Texto agregado el 26-03-2009, y leído por 93 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
16-01-2011 Si el personaje se hubiera quedado en su casa escribiendo como deseaba, esta historia se habría quedado en las profundidades de la subconciencia. Beaudelaire decía que el poeta nace con experiencia. La vivencia es imprescindible para soltar amarras. El cuento tiene agarre y mantiene la tensión de principio a fin. Tal vez, en los signos de puntuación habría que hacer algunas enmiendas. fragoncum
 
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