(Te quiero acariciar… te quiero encontrar en un imposible remoto)
En el bosque,
tu piel al cielo,
tus ojos cerrados…
el saludo arbóreo, hacia tus pechos.
La niebla en tú mausoleo orgánico,
en el semblante del paisaje intimo,
la confianza de tú rostro emergente…
desnuda, tendida hacia el gris,
hacia la lluvia que empapa tu ser.
Tu fin-elipse-eterna,
y las gotas se deslizan en tu palidez…
entre la hierva salvaje,
inerte en tu belleza quieta, empapada al infinito,
esbozando palabras,
las que brotan de tu silueta tendida… recostada.
La mortaja que te envuelve,
donde flotas entre un verde indómito.
Ahí…
en ese linde te encuentro,
como dormida,
fugada en el rocío que me ahoga… que me carcome.
Así oigo la melodía prístina,
la que escapa de tu sudor helado…
caigo percibiéndote,
en tu desnudez que se escurre a lo profundo…
caigo en el bosque vacío de tu roce.
Ya no te puedo seguir…
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