Instantes
¡Hoy se quedan! El grito autoritario y sórdico que resonó por toda la lúgubre nave que hacinaba los cuerpos maltrechos de los más de cien asalariados. Un rescoldo de maldiciones se acalló por la necesidad urgida de la cotidianidad obrera. Arturo se imaginó un asesino al instante, mientras la máquina seguía inmuta su autómata labor. De pronto, la sangre seguida por un grito que se ahogaba en sudor.
Texto agregado el 25-03-2009, y leído por 446
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Me encantó el desgarro con el que narras. Bravísimo. eaco
25-03-2009
No leo tanto un desespero mas bien es un reclamo con fuerza, seguido de una pequeña narracion, asi es esto de los sindicatos, de los obreros y sus represiones. san_ateo_atenco
25-03-2009
me gustó, lleno de misterio, como para empezar novela no crees?****** JAGOMEZ