LA BUENA EDUCACIÓN
Ni he visto aún la película de Almodóvar, ni voy a criticar los malos modales, ni la mala educación, sino todo lo contrario. Lo que pretendo es ensalzar la buena educación de toda la vida, la que no tiene nada que ver con el estatus social o económico, ni siquiera con la erudición o los estudios, y lo voy a hacer por medio de dos anécdotas aparentemente distintas.
Caminaba yo por una acera muy estrecha. Frente a mí, por su izquierda, avanzaba despacio una pareja de ancianos. Me bajé de la acera casi automáticamente, y cuál no sería mi sorpresa, que la señora se vino hacia mí y me cubrió de besos. Yo, asombrada, le pregunté el porqué. ¿Y cuál fue su respuesta?
“Porque otra nos habría dado un empujón”.
Otro día, asomada a mi ventana observé como un niño daba patadas a un balón, y éste, como un proyectil, pegaba en las puertas, en los coches y en los cristales de las ventanas. Un poco enfadada, le dije:
-¡Niño, podrías tener más cuidado, que puedes romper algo!
Y el chaval, en lugar de contestarme de mala manera, como habría sido bastante común, dijo poniéndose colorado:
-Perdone, señora. No me había dado cuenta.No lo haré más.
Me desarmó.
Estas dos anécdotas me demostraron que todavía queda gente educada, con modales, con buenas maneras, con sonrisas que desarman, pero es que además, el niño me dio un buena lección que nunca olvidaré.
FIN
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