El desfile marcha en silencio, el medico se apoya en mi y, vencidos marchamos por los senderos polvorientos del cementerio, detras del sudario.
La casa de la muerte.
Avanzamos encorvados por su senda final, con profunda tristeza, nuestros ojos humedos, nuestros corazones contraidos.
Ella, 28 anos, ojos almendrados, cabellos claros enrulados, dientes brillantes con una sonrisa constante. Sonrisa triste. Sonrisa llorona.
La vieron hace ocho dias atras, caminando hasta el mirador, en los suburbios de la ciudad. A tres kilometros de su casa.
Despues de intensas busquedas durante todos los dias de la semana, la encontraron en una pendiente abrupta, escondida del ojo humano, plegada dentro de una cueva, entre las rocas del desierto.
Desierto, plantas y animales hambrientos.
El desierto de Judas.
La tierra la recibio en profundo silencio, aire puro bajo cielos celestiales. |