Como ya les conté, a Rayen-tru y a mi nos nació una poesía-niña que se llama Margarita Sureña.



HIJAS DEL ALMA

Es Margarita Sureña
una gema de oro en plata
por la pasión engastada,
en las noches despejadas
sueña volar por el cielo
para atrapar una estrella,
pero, si quema una helada,
para no ser lastimada
se acurruca en sus piecitos
esperando la mañana.
Es una de tantas niñas
que embellecen la comarca
con sus manitas de luna
y sus caritas doradas,
pero claro, ella es distinta,
es nuestra flor encantada,
la que nos roba el cariño
y es por nosotros mimada,
Marcela le cuenta historias
y ella se duerme alumbrada,
yo las veo y me fascino
sentado al pie de la cama.

Hay margaritas silvestres
que crecen desamparadas,
golpeadas por vientos fríos
sus sueños se vuelven nada.
Son todas tan parecidas
como dos gotas de agua,
si nuestros ojos las miran
ven siempre a la niña amada,
tienen los mismos anhelos,
buscan las mismas distancias,
las mecen brisas de vida
que agitan sus alas blancas.
que distinto sería el valle
si al mirar sus primaveras
viéramos en todas ellas
a nuestras hijas del alma.


Gracias Marcela por contarme esta dulce historia.