Me clavas tus ojos como dagas frías, penetras, en violación, el núcleo de mi yo. Mas no me dueles ya, no hay placer en tu castigo, indiferencia quizá hacia esa coraza que no quiso airearse en la ventana. Porque... perdón con pero no es perdón sincero sino requiebro... ...y vuelta al comienzo.
Texto agregado el 20-05-2004, y leído por 192 visitantes. (0 votos)