En los días 31/1 y 1/2/2009 participé en un programa para conocer mejor de las familias japonesas y me tocó visitar a los Hosoda, una pareja de 62 y 65 años.
Ellos viven en Saitama-Inamachi, un lugar muy hermoso y tranquilo donde hay tierras de cultivo.
Su hijo mayor Satory y su esposa Miho con su hija viven en la misma casa la cual esta construida de madera preciosa.
El señor Hosoda (Takebumi) me enseñó su taller que queda a 15 minutos en auto de su hogar, allí trabaja fabricando estanterías y montacargas hidráulicos para almacenes, tiene una pequeña oficina de dos piso, me sorprendió que estaba construida en un espacio no mayor de 9mt² y que el almacén donde tiene todas sus maquinarias y materiales la puerta de seguridad enrollable la tenia sin candados y sin seguridad alguna.
De regreso a su hogar me ofrecieron un baño, cuando entré a bañarme me sorprendí con lo reducido que era, parecía muy poco espacio para muchas cosas, en aproximadamente 4mt2 había inodoro, lavamanos, estantes, closet entre otras cosas. Amanecí en una habitación en el segundo piso, cerca de mi cama había un piano y antes de dormir di un concierto como de dos horas aunque nunca había tocado piano en mi vida.
Al domingo siguiente me levanté bien temprano y luego de tocar una pieza musicar en el piano ya mencionado, se removió todo el lugar, pensé que se iba a desplomar la casa y no encontré donde meterme, busque una columna para refugiarme pero no puede, llegué a pensar que mi destino era morir entre escombros en Japón, hasta que pasó el fuerte sacudión.
Cuando bajé donde mis anfitriones pensé que me iban a comentar sobre el fuerte temblor, pero nada, ni una sola palabra, ni una seña referente a eso, ellos no saben hablar español, ni ingles, ni portugués, solo japonés y yo se muy poco de japonés.
Me desayuné con los señores y nuestra mayor comunicación era con pocas palabras en japonés y con muchas risas en el idioma universal de la felicidad.
Me despedí de Take y partí con la señora a ver la casa de su hijo menor el cual vive en Italia,
Para llegar a la casa salimos de Ina (Inamachi) hasta Ageo, luego a Omia hasta que llegamos a Wraba donde estaba localizada. Luego de ver la casa hermosamente hecha en madera pero solitaria, nos fuimos a comer en un restaurante de comida japonesa de la región de Okinawa y luego nos despedimos en una actividad colectiva donde participamos todos los que fuimos a las diferentes familias japonesas.
Fue una excelente experiencia, la cual me permitió conocer un poco más del pueblo japonés y sentir su gran amabilidad y amor de sus gentes.
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