Shara tenía diez años cuando empezó a ver la verdadera relación de sus padres. No le hizo falta saberlo, los hechos, las miradas, los tratos se lo confirmaban. Vivian en un pequeño piso en un barrio humilde, gente sencilla donde los bares y los multiregalos eran sus habituales sitios rutinarios. A shara le gustaba ir a la plaza los sábados por la mañana, gente comprando tranquilamente, los vendedores gritando los precios económicos de sus productos, los tranquilos abuelos que se sentaban a mirar muchachas o a hablar entre ellos sobre la vida misma. Ella observaba mucho a su alrededor, aprendía mucho así, una imagen dice mil palabras, que cierto era ese refrán. Se compadecía de los fruteros, los carniceros, los polleros, sus miradas estaban llenas algunas de orgullo, de cansancio y con un toque de expresión como diciendo “esta es la vida que me ha llegado a tocar a mi”. Shara se preguntaba porque habían elegido esa profesión exactamente, ¿acaso les gustaba cortar carne, despedazar cabezas, manos de cerdo y mas detalles de todos esos animales?, recoger fruta y vender fruta no estaba mal, e incluso vender huevos, pero ¿ser carnicero les gustaba?
Un día le preguntó a Joaquín (uno de los carniceros de la plaza), la sencilla pregunta: ¿te gusta trabajar en esto? Joaquín dejo de cortar la pechuga de pollo que tenia entre sus manos y la miró de hito en hito.
_ ¿porque me preguntas eso pequeña?
Shara se encogió de hombros.
_ No lo se, llevo tiempo observándoos, os veo todos los días incluso los sábados, cortar la carne y pesarla, atendiendo a la gente, todo el día de pie, sin que ni siquiera valoren lo que hacéis, solo compran, se que es lógico pero siempre me he preguntado eso.
Joaquín, el carnicero, soltó una leve carcajada y miró a shara con una dulzura que solo un hombre con experiencia podría responderle a aquella preguntona chiquilla. Volvió a su tarea mientras shara lo miraba esperando la respuesta.
_ aun eres muy pequeña para entender estas cosas, poco a poco, sin que te des cuenta te darás cuenta de porque algunas personas como yo, necesitamos este trabajo. – le respondió en un instante que shara miraba a otro lugar, haciéndola sobresaltar.
Shara resopló y con la cabeza gacha contesto: - si, supongo que si.
Al volver a casa, aun seguía mirando a las personas, e incluso a las que estaban dentro de los sitios, a los que montaban en autobús, coche o moto, a aquellos que discutían en la calle, a los que Vivian en la calle, y los que paseaban por las aceras. Ese fue el día en que shara empezó a conocer a las personas o por lo menos a conocerlas poco a poco.
Cuando llegó a casa, Marian estaba en la cocina preparando un guiso de carne, Su padre estaba viendo una carrera de motos sentado en el sofá con una cerveza en la mano y con el mando en la otra. ¿Por qué los hombres podrían ser tan vagos? O mejor dicho, ¿porque su padre tenia que ser tan vago?, shara emitió un mueca cuando vio que su padre emitió un sonoro eructo y después se llevaba otro trago de cerveza en la boca, eso aunque ella no quisiera, le resultó repulsivo. Fue a la cocina y vio el sudor empapado en la frente de su madre, ella la miro quejosamente pero acto seguido le dio un suave beso en la mejilla, le cogió el chaquetón y lo puso elegantemente sobre la silla de madera que tenia en el salón. Adoraba a su madre, la adoraba a pesar de los continuos y quejosos gritos que muchas veces compartía con su padre, la adoraba a pesar de que no hiciese aquella mañana su plato favorito, ni aunque le comprara el jersey rosa de la tienda de enfrente. Con su padre no tenia el mismo roce, paco siempre trabajaba por las noches o al menos muchas de ellas, cuando venia, iba directamente a la cama y de la cama al sofá, pocas veces podía ver a su padre comprar la comida de la semana o ir una tarde al parque que a ella le gustaba desde muy pequeña. Su madre siempre le decía lo muchos defectos que su padre conllevaba dentro de si, lo harta que la tenia, lo desgraciada que había sido desde que se casó con el, claro que eso se lo dijo cuando ella ya cumplió los 19 años de edad. Y de las muchas cosas como el odio o milésimo amor que Mariam sentía por paco, shara muchas veces se preguntaba ¿está haciendo que odie a mi padre? ¿O solo me esta haciendo ver que los matrimonios no son tan bonitos y esplendidos como lo pintan? No era raro entrar por la puerta una mañana al llegar del colegio y verlos gritar de repente, ni tampoco el ruido que podía conllevar una pelea, ni ver como se rompía un trozo de cristal de la mesa, ni aquellos portazos fuertes que descargaban tras si el uno o el otro. Ni tan siquiera aquellas noches de imsonio, donde la cama de matrimonio ya era una cama abandonada, sola, y espectral, donde Marian o paco, depende quien estuviera enfadado, dormía entre aquellas sabanas cubiertas de soledad.
Shara ya cumplió los 20 años, su primer trabajo, por fin, ansiosa y nerviosa por como iba a resultar las cosas, no era un gran trabajo, ser limpiadora de portales todas las mañanas a las siete de la mañana y luego por las tardes no era un trabajo inferior aunque era agotador. Ese no era el trabajo que ella quería conllevar por mucho tiempo, ella quería escribir, vestirse como aquellas chicas que presumían de ropa de zara o berska, hacerse variados recogidos para estar radiante cada día de la semana. Ver lo bonita que podía llegar a ser con tan solo un toque de magia. Llegar a casa tarde para escaparse de la presencia de aquellas dos personas que no sabían ya lo que eran, esas personas que eran llamadas padres. Quería tener un piso pequeño, y trasnochar tras ver un programa humorístico en la televisión, pedir una pizza y ver su película favorita, y programar el despertador a la hora ajustada para el trabajo. Quería salir a tomar unas cervezas con alguna compañera o amiga, dejando que la noche circule y cuando llegue la hora de irse decir” bah, que mas da, me quedaré un poco mas” total, no tengo a nadie que me regañe o se preocupe por mi, es mi vida y yo controlo cada minuto, paso y decisión. Pero ahora mismo tenia 20 años, tenia que conformarse con ese agotador trabajo, y pagarse mientras tanto la factura mensual del Móvil y ahorrar. Si, ahorrar, para que ese día donde su propio piso, su televisión, sus salidas por la noche y su propia independencia llegaran algún día.
Seguirá continuando…
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