Mi bella, no ha sido mi intención el preocuparos tan denodadamente, mas una justa en lejanas tierras, me mantuvieron cautivo y privado de comunicarme como solía hacerlo antaño.
Hoy, ya libre de tal adquirido compromiso y con nuevas galas y abolladuras que adornan mi armadura, retomo a mis caminos terrenales, en busca de una causa donde volcar mi lealtad en pos de la verdadera justicia.

Has de saber mi noble doncella, que los dragones aún existen y viven disfrazados entre la desesperanza de la gente, he ahí el lugar a donde fui llamado para ajustar con el destino las cuentas.

Tomando prestadas las letras de un coterráneo vuestro (Antonio Machado),

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar" porque más que camino es mi sino, que he de andar por derroteros que no siempre conducen a los caminos que hubiera deseado seguir por mi propia iniciativa, mas el destino ha escrito otro guión para mi escena en esta época; y fiel a mi ribete que adornan las galas de aquellas y aquellos a quien he servido con presteza, bajo la loriga y pico espuelas a mi cabalgadura eólica para remontar los sueños de
quien necesite que le despierten de la acechanza de pesadillas ajenas.

Es por eso que tan solo con que me piensen, me convierto en recuerdo, porque solo el olvido es la muerte; has de saber mi prenda, que en mi memoria están grabados a sangre y fuego el nombre de todos quienes de mi han recibido mis palabras y favores.

Así como Penélope sabe que siempre habrá una Circe que retenga a su Odiseo, mas no impedirá que retorne airoso y pleno de gloria a su Itaca querida, que es donde pertenece y permanece su amor por siempre escondido.

Contadme vuestras batallas y cotejando heridas, sabréis bien que después de cada guerra, todos los soldados se creen generales; mas no los humildes de corazón, quienes llevan el sabor de la victoria en el alma sin que se les arrebate el corazón. Eso mi noble dama y doncella, es lo que por milenios ha adornado la bóveda del cielo con estrellas.