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Inicio / Cuenteros Locales / colours / 2x02-Un nuevo comienzo.

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No era el calor de aquel día lo que sofocaba a Rojo, tampoco era la sensación de estar enjaulado en su hogar, lejos de sus amigos y de las noches de disco junto a Violeta, aquello que mantenía al muchacho sin aliento era que después de haber visto a Arena en el restaurante, había comenzado a sentir atracción por él y decidió no postergar más la cita que hace días Arena le estaba proponiendo. Rojo tenía una rigurosa estructura emocional, en el pequeño desfile de posibles romances en su vida, había sabido hacer valer las mismas reglas que diseñó para no propasar límites sexuales que deseaba conservar para cuanto sintiera que realmente estaba enamorado. Una idea que a veces se le hacía un tanto estúpida, excesivamente moralista…pero a la vez, resultaba ser que al final del día, sabía que con tantos amoríos fallidos en su cuerpo, ninguno le había arrebatado más que un trozo de su corazón, doloroso pero alentador. Porque Rojo creía ciegamente en la cicatrización y curación del corazón...y porque tenía la impresión de que podría ser Arena quién acelerara el sanado del suyo tras el paso de Marrón y Bermellón.

Rojo salió de casa sin dar explicaciones, causó la preocupación de su madre, acostumbrada a tener a su hijo en casa. Tardó casi media hora en llegar hasta la ciudad, se bajó donde Arena le había indicado y apenas dio un par de pasos, pudo divisarlo sentado en una banca, sonriente. Los primeros instantes fueron inquietantes, Rojo nunca aprendió a manejarse en eso de las citas y los silencios incómodos lo llenaban de nervios. Pero ahí estaba caminando rumbo a casa de Arena, charlando del clima, de sus edades, de un montón de temas, pretendiendo evitar la tensión.

Arena se adelantó al subir las escaleras para abrir la puerta de su departamento, Rojo contempló su anatomía, le parecía muy guapo, para ser de piel tan blanca y cabello trigueño...algo en el rostro de Arena le llamó la atención pero no pudo identificar que era, no se trataba de sus ojos color miel, ni de sus mejillas rojizas…algo más le parecía particular y no estaba conciente de qué era. El departamento de Arena estaba modestamente decorado, las paredes eran de un intenso verde limón, lo compartía junto a dos amigos que eran pareja. Arena lo invitó a sentarse en la mesa, le sirvió un vaso de jugo y también se sentó, comenzaron a charlar un poco más fluido pero con la misma sensación de nerviosismo que los dominó durante el trayecto a casa. Rojo intentaba mirar los ojos de Arena, pero cada vez que conseguía cruzar la mirada, Arena inmediatamente corría la vista, lo que desanimó al muchacho. Arena se levantó de la mesa para poner música, Rojo lo siguió, su corazón latía fuertemente así como lo hacía cada vez que sentía que besaría una nueva boca, mientras Arena seleccionaba un disco, Rojo comenzó a acariciar la espalda del chico con sólo un dedo, haciendo círculos.

- ¿Qué haces?- preguntó Arena sonando incomodo.
- Si quieres me detengo- dijo Rojo atemorizado.
-Para nada- Dijo Arena. Entonces el muchacho continuó con sus caricias hasta que repentinamente Arena se volteó, lo agarró de la cintura, se miraron y besaron. Fue un beso extraño, intenso, fuerte, rudo…algo le pareció diferente a Rojo, no pudo descubrir que era.

Arena tomó la mano de Rojo y lo hizo caminar por un pasillo verdoso hasta dar con la puerta de su habitación, completamente celeste, se recostaron en la cama y siguieron besándose, a ratos se detenían y Arena lo abrazaba inundado en una notoria felicidad, como si su búsqueda hubiera cesado. Rojo en cambio, se sentía muy bien, Arena era atractivo y parecía fiable, pero su corazón no parecía listo para comenzar una nueva relación…era tarde para conjeturar aquello, luego de una tarde calurosa de caricias y besos, ambos chicos salieron de la habitación y sorpresivamente notaron que los otros habitantes del departamento estaban en casa, Kunzita y Topacio saludaron amablemente a Rojo, con sonrisas cómplices en sus rostros y claramente suponiendo que en la habitación habían ocurrido más cosas de lo que realmente había sucedido. Kunzita era más delicado que Topacio, el se quedó en casa, mientras que su novio y Arena fueron a dejar a Rojo hasta el paradero para que pudiera regresar a casa, se fueron charlando de muchas cosas, Rojo tenía su mente en aquello que le había parecido extraño en Arena, no lograba descubrirlo, se despidieron afectuosamente y deseando repetir lo antes posible una tarde como aquella. Rojo al fin parecía dejar atrás un difícil año, colmado de labios ingratos y sentía que este podría ser un nuevo comienzo.

Texto agregado el 21-03-2009, y leído por 84 visitantes. (0 votos)


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