La maldita oveja no quería saltar. Faltaba tan poco para caer en un profundo sueño, y por culpa de esa maldita, no podía. Necesitaba que saltara. Tuve que levantarme y subir. Luego de esa luz, la encontré comiendo en una hermosa pradera, igual a las que siempre imagine. Me acerqué sigilosamente, en realidad no sabía que decir, pues era la primera vez que entablaba relaciones con las ovejas que me hacían dormir. Siempre la relación fue escasa. Ellas saltaban, yo las miraba y luego dormía, sólo eso. Estando a un par de metros pregunté: ¿ Por qué no saltas?, necesito dormir. La oveja me miró y sin mover los labios me dijo: ¿ Por qué mejor no te largas?, este no es tu territorio. !Increíble!. Esa oveja debía estar a mi servicio, y en vez de eso, me retaba. Le repetí que debía saltar, para poder descansar. La oveja se alteró, corrió a mi lado y con una cara de déjame en paz, me dijo: Para quieres que salte sí tú ya estas dormido, imbécil.
Txino
Crisitan Jorquera |