A Amayrany, mi voz del otro lado de la voz





una noche
como antes, una noche

es todo tan confuso, tan alborotado
es todo saliva vana, sangre pétrea
tan abismo, tan pantalla
tan abandono, tan desespero
tan al borde y tan en la locura
cuerda que asfixia

entonces es la búsqueda de tus ojos que no me revelan aún el reflejo de los míos,
pero que siempre adivino en el brillo cierto de la palabra lanzada

Sólo tú me provocas estas cosas
por eso me confieso contigo hasta en el silencio
y en nuestras ausencias dolidas

Y tengo miedo de la burla o de la mentira
ya cansada, agobiada en los altares de la autocomplacencia
o de los loores apresurados,
sean vanidosos halagos engañosos en mezquindad por un bienestar mal nutrido
tengo miedo de ser atendida por la falsía de afectos
o de alabanzas vencidas al bien-quedar barato de estos días:
tengo miedo, sobre todo, de temer la soledad
y de que en mí la teman y me abrumen en falso amor
tengo miedo de la soledad de los otros
tan servil, tan deleznable
que se allega a mi fuente como las olas que buscan dejar una huella permanente de humedad sobre la arena cansada de mis pasos

por eso estoy aquí reclamándote:
te prefiero siempre cierta y sin remanentes,
sin misericordia, sin piedad
clavando en el justo juicio
apretando en la llaga misma las torceduras del error
o de la baratuela que pía y pía su verborrea mediocre

te reclamo, siempre amante
pero verdadera siempre

aunque seas la razón en mi desespero
aunque seas mi muerte, mi tumba



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