Bendito encantamiento
Ella se sentó como siempre a pensar en él….no lo había visto hace tiempo pero sentía que a todo momento estaba ahí…le costó mucho entender que no era nada…y que por momentos lo fue todo…
Entró con ese aire de arrebato que lo caracterizaba, con un buenos días entre los dientes…. apenas si miraba, apenas si se detenía a observar la vida que le rodeaba, lo único importante para su existencia era lo que él mismo construía, lo demás era pura mierda.
Ese día corría de hora en hora como suele correr, pero transpiraba lentitud y no pasaba nada, y pasaba todo… Mirar al cielo e imponerse como solía hacerlo era sentirse fuera de este mundo como si él fuese Dios, quien perdonaba los pecados, no los de todos…sólo los de él….era frío y duro como la más amarga de las hieles, un témpano de insatisfacciones acumuladas en un ser humano, que respiraba tristeza y dolor a través de su autosuficiente mirada. Lo había soñado la noche anterior…se mojó y sintió sus besos en su cuerpo sobre el suyo apoderándose de todo lo que tenía, era una bestia cuando en esos sueños le amaba, demasiado rústico, bárbaro y a veces tan irracional, que siempre le hacia pensar que no había tenido relaciones verdaderas de amor humano, talvez sólo tuvo contacto con ese Dios ante quien tanto se hincaba e imaginaba muchas veces era seducido… atraído y adorado por ese ser tras el que se ocultaba.
“¡Cómo está!”, y no era una pregunta como debía serlo al principio de la mañana, como generalmente se pregunta a las personas, si se quiere saber precisamente eso, “como estaba”, además, porque ni siquiera era pregunta, era solamente una exclamación casi autoritaria y a veces rutinaria, para que no se quedara contando “como estaba”, porque la verdad no le interesaba, solamente, era la forma de cruzar y empezar un día más.
“Bien, gracias”, contestaba inapacible, sin querer responder, pero le tocaba… y tampoco quería contar nada de si, al final sabía que no le importaba. El día transcurría sin permiso de nada, sin que la a vida se le antojara un poquito de calma, el ajetreo de “ser” con otro como él, era difícil, pero , se esforzaba en ser lo que él quería y hasta más …demasiado, sus deseos órdenes, adorándole y llorándole cada día como si nunca lo volviese a ver más.
A veces había olor a imposible, a derrota, a éxtasis de ganas entre quienes no pueden y quieren decirse todo. Pero no respondió y siguió mirando el papel, absorbido en el cuento de ser lo que no era pero que quería representar; lo único importante era lo que estaba tejiendo, lo que quería lograr a como diese lugar, su ajedrez interno que todos los días cambiaba y darle mate al que se le atravesara porque ahí estaba su Dios, ese frente al cual todo lo disculpaba, ese ante el que escudaba su forma de sentir, que no tenía sentido pero que cambiaba como camaleón cuando decía, hay que amar sin límites, hay que aceptar sin recelo y ayudar porque para eso estábamos todos.
Estando al lado de él, así tan próximos, le hervía la sangre y cuando su mirada le desnudaba, fijo en la parte que más a él le atraía, pero que más le apenaba…quería salir corriendo…Un toque de sus manos era un aliento de aire fresco en una tarde maravillosa…que delicia sentir esa piel… sabía que también le pasaba a él lo mismo…un suave toque entre los dos, era electrizar desde el primer pelo de la cabeza hasta la punta de los pies, pasando por entre sus piernas. Por eso los dos querían evitar el momento de tocarse, pero cuando no había remedio lo hacían de la manera más rápida posible, sintiéndolo en lo más íntimo de su cuerpo. Y es que esos ojos….hermosos fondos de intimidad que invitaban al disfrute; debía ser todo un depravado en la cama, pues toda la energía por lo general la consumía en cosas que siempre estaba inventando e inventando constantemente como si tuviera miedo de encontrarse en la cama con su yo sexual al terminar el día y no hay más remedio que dormir con uno mismo y con su cuerpo.
Ser indescifrable, ser incompleto y tan mutilado por el orgullo…Dios y él eran más que uno, él se sentía Dios y no lo representaba lo falsificaba sin temor de ser descubierto, más bien con la tranquilidad de ser confundidos.
“Hasta mañana”, y sus ojos se quedaban fijos como si le dijera; “¡Que rico tenerte!, no te preocupes, en la noche te tendré como siempre, entraré en tu cuerpo cuantas veces quiera hasta que amanezca y me despierte inundado de tu olor y mi olor a sexo.”
Maldito demonio vestido de ángel que invitaba siempre a pensar en su cama, en su manos amplias, en ese olor que ponía el corazón a latir más deprisa, bendito encantamiento que se nutrió de su cuerpo al terminar cada noche…cada momento que le invadía el líbido y desahogaba sus ganas en esa serpiente pisada por Dios y embalsamada por la lujuria del querer tenerlo y nunca poder alcanzarlo.
Hexxe
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