Tan querido



La tempestad que no se frena y es impía.
El tirador que no cesa en su empeño de matar.
El temblor que la tierra comete sin medida.

Los que se juntaron con ánimo de dominio.
Las sombras que se desplazan incomprendidas.
El siniestro fabricante de derramas ajenas.

La dureza de la sal mojada sobre la mente.
El intolerante lago seco, que se teme.

La ignorancia desatendida peligrosa,
Peligrosa por hacer suceder algún mal.

El animal toro, que con su bravura,
Desconoce su frenético ataque,
En compañía de su acostumbrada manada,

Como ignora el sátrapa su poder
Fuera de sus dominios.

Todos los que piden silenciosamente
La piadosa serenidad que promete,
Que existe lo querido.


Aguadulce, marzo de 2009
José María de Benito