Tu espíritu.
Esta vez redactaré lo que tu espíritu me hace recordar.
Siento como estas en mi mente y en mi pensamiento, desde que tu te fuiste a ese lado que no tiene regreso, a donde tu camino cortaste, en el momento en el que de mi te alejaste; y recuerdo tu mirada y un escalofrió envuelve mi cuerpo, sintiendo que recorre todas mis entrañas, y recuerdo tu sonrisa, esa bella y calida que le daba paz a mi corazón; y recuerdo tus manos esas manos amigo que me enseñaron un día a patinar, en aquel parque donde yo te empecé a valorar, y recordé tu voz esa voz de gallo que me hacía carcajear, al escuchar como decías aquel chiste que sin pensar, aquel chiste que no entendí y que tú ingenuo lo volviste a repetir, hasta que yo entendí lo que querías decir, y reí como loca porque no entendía lo que tu querías decir; y recordé aquel día en el que tu me observabas con gran embeleza, cuando lavaba mi ropa de tras de mi casa; no se cuantas veces me observaste son saber, pero cuando me daba cuenta me gustaba la mirada que tu me daba, a mi cuerpo a mis pompis, a mis pechos, a mí pelo a mi cara y yo hacia como que no sabía que tus ojos me observaban; y allí seguía escuchando melodías y lavando la ropa mía. Y también recuerdo el momento en que te vi, sin lo que más me gustaba a mi –Tu bigote-- ¡No estaba! Y tu tapabas tu boca con tu mano y los demás decían mira Janeth no tiene bigote, lo perdió en una apuesta que a sus amigos le hizo; y por fin cuando te quitaste la mano de tu boca, yo reí y carcajeé tanto que casi me hice pipí, y decía porque te lo quitaste Víctor si es lo mas bonito que tienes y el solo atino a responder—Ni modo uno tiene que tener palabra de hombre—y yo acerté y dije –bueno me acostumbraré--.
También recuerdo el triste Adiós, ese adiós que me dolió tanto, que sentía que me iba a volver loca, no aguantaba tanto dolor, tanto sufrimiento en mi alma, sentía que me iba a morir a desmayar mis piernas no resistían mi peso cuando oí decir a tu prima—El Víctor esta perdido en el mar; y no lo encuentran; y no sabe nadar-- --¡Por Dios!—exclame, --Que no se me muera—empecé a llorar y desesperada fui a hablar por tel a mi prima y dije—Adriana el Víctor esta perdido en el mar y no sabe nadar—y ella contestó—No te preocupes lo va hallar confía en Dios—y yo un poco mas tranquila rogaba a Dios que lo encontraran con vida, y luego escuché que lo había hallado pero estaba muerto, muerto la palabra me resonaba en mi cabeza pero mi boca no lo podía pronunciar , que la marea lo arrastró y mi mundo se acabó se derrumbó, nunca había perdido a un ser querido, y sentía que no iba a soportar este dolor tan grande que sentí en mi corazón, me alisté, avisé a mi familia de la terrible noticia que el sobrino de mi vecina esta muerto; y me fui a verte pues quería volver a verte.
Recuerdo que era tarde noche y todo el mundo me observó cuando llegué porque todos sabían del amor que él sentía por mi, y caminé lentamente hacia el féretro donde estaban tus restos y te miré y nunca, nunca voy a olvidar esa carita tuya, ¡Por Dios! Estaba raspada por las piedras, por la arena que se yo,, pero estaba rasguñada y sentí un dolor inmenso en mi corazón y en mi alma; al verte así indefenso, con esa carita de ángel, lloré me recargué en el vidrio que nos dividía y seguí llorando, hasta que histérica empecé a gritar—No,no,no por favor levántate mi niño levántate—y su familia condolida se acercó a mi y de dijeron—Tienes que ser fuerte y calmarte porque su madre te mira y se pone mas mal—y yo casi desmayada miraba negro por qué el dolor ya no me dejaba reaccionar, apoyada en el hombro de su tía, me llevaron a sentar, me echaron aire y me empecé a calmar por su familia que estaba tan mal.
Dieron la misa final para los dos cuerpos que yacían ahí, porque también había muerto Manuel, un muchacho que no conocí hasta ese momento, el cual el murió igual ahogado porque trataba de salvar la vida de mi querido amigo; y dormí un poco por la noche no recuerdo que tanto porque era una noche fría con lluvia y rayos porque el cielo estaba triste por la muerte de él; además sus recuerdos se venían a mi mente y me atormentaban cada ves más.
Y llegó el día en que su partida estaba por llegar; abrieron su féretro, para que su madre lo pudiera tocar por ultima ves y corrí para tocarlo y nunca voy a olvidar la piel rasposa y helada que tenias en tus pies, su madre gritaba—Tantas calcetas que tiene mi niño y aquí no trae, tiene sus pies helados; y gritaba mas fuerte Tráiganle unas calcetas a mi niño que tiene helados sus pies--; y yo lloraba más al escuchar las palabras de su madre, del amor y la mortificación que sentí por su hijo, pero que ya estaba muerto; y fui a tocarle su cara esa carita tan bonita y sencilla que tenía y al igual estaba áspera, helada completamente sin vida y me asusté de la muerte, de lo terrible que debió haber sido los últimos momentos de tu vida metido en esas aguas heladas y bravas ¡OH! que agonía sentía por ti. Y cerraron tu féretro y te vi partir hacia el rumbo que tenías que tomar en ese carro negro en el cual yo quería ir, pero no me dejaron ni a nadie mas; y llegamos al panteón, recuerdo que había dos hoyos hechos y llegué cuando tu féretro lo iban a meter en uno de ellos, y corrí para darte la ultima despedida, el ultimo adiós; y lloré y lloré tanto, que no tenía mas lagrimas con que llorarte, tu hermano me abrazó y así los dos lloramos tu adiós.
Y sellaron tu féretro y vi como te bajaban lentamente a ese hoyo negro del que jamás ibas a salir….. Y pensar que estabas tan chiquito que solo tenias 15 años, apenas empezabas a vivir, ni siquiera sabias lo que el destino te iba a jugar, esa maldita jugada de la cual perdiste tu vida en la cual ¡Yo te perdí!.........
Esto va dedicado a el mejor amigo del alma Víctor Manuel León Pérez. |