La primera vez que te vi eras simplemente un par de rayas. Eran muy pequeñas y de color rosa pero yo tenía la certeza de que eras varón. En aquel entonces la vida para mi era bastante gris. Los colores simplemente habian desaparecido y la soledad y el hablar poco ocupaban la mayor parte de mis días. Recuerdo haber suspirado mirandote, sabiendo ya que venias a cumplir tu misión de llevar a tu hermano de la mano como sólo lo hago yo.

A tu papá le supo un poco indiferente tu noticia y yo sola, segura y esperanzada comenzé a recorrer el maravilloso camino de tenerte, de cuidarte y de darte lo mejor de mi. Recuerdo cuando juntos tomabamos las largas clases de psicologia en aquella universidad que me hacia caminar tanto. Imagino que algo habrás aprendido porque naciste sabiendolo todo.

Hoy eres quien me recibe como si tuviera años sin verme. Eres color que me llena y risa que me abraza convenciéndome que en la vida hay sacrificios que valen la pena. Estamos tan condicionados desde que nacemos que nunca nos dicen que existen seres especiales que pueden llegar a la vida de cualquiera sin excepción y a ti y a mi nos ha tocado ese regalo.

Hoy no tengo temor de irme porque tú cuidaras de tu hermano, lo llevaras por senderos mágicos y lo amaras como lo amas con sólo tener dos añitos. Tengo la certeza al igual que la tuve la primera vez que te vi......