Había una vez una diosa de visita en el otro lado de su mundo, era hermosa como ha de suponer, pero además tenia la facultad de ser mucho más bella siempre y cuando trasformara a un espíritu maligno en un ángel de luz y bondad.
Cuando la diosa llegó a Tokio conoció un espíritu inquieto y travieso de la descendencia de los malignos, al cual le fascinaba molestar a los seres con dones de procrear.
A la diosa le llamó la atención la actitud de aquel espíritu y decidió transformarlo de arriba abajo y así ser mucho más...
El espíritu, rompiendo los esquemas se aproximó a la diosa sin pedir permiso a las autoridades celestiales, era algo nunca visto, y le suplicó que lo transformara con besos y caricias, ella se enojo gravemente, nunca una diosa se había relacionado amorosamente con un espíritu y mucho menos con un espíritu de esa calaña, pero la mirada tierna del espíritu permitió una amistad entre ellos.
La diosa aprovechó la amistad para aconsejar al ser travieso y este a su vez para conquistarla, toda las cosas hermosas que el espíritu veía en la diosa se lo susurraba al oído y aunque ella lo sabía le agradaba escucharlo de boca del espíritu, quizás por el tono con que pronunciaba cada palabra.
Un día el espíritu entró en la dimensión de la diosa y ella sin darse cuenta estaba entre sus brazos, el cielo se conmovió y los besos tronaron entre las montañas de la hermosa inmortal, el fuego entre los dos cuerpos producía innumerables relámpagos que iluminaba los deseos de ambos, hasta que estos se hicieron carne, al hacerse carne los deseos de ambos, ellos también y se humanizaron y jamás volvieron a ser espíritu, ni diosa.
Totalmente mortales se concretizaron los besos, abrazos y tenerse, aunque no por completo, porque la antigua diosa tenía miedo de ser quemada en el infierno por entregarse a un ser que la había cambiado en su forma de pensar y casi por explotar se mordía los labios pero no se entregaba.
Llegó el momento y el destino lo castigó a ambos separándolos por tiempo indefinido y los quintillizos que desearon tener quedaron solo en pensamientos y hoy solo quedan recuerdos de la diosa y el espíritu travieso que aunque fueron transformados no fueron afortunados, por no aprovechar el tiempo que tuvieron enlazados.
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