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Este es uno de esos momentos en que quisiera ser fotógrafo, o quizá camarógrafo, en cualquier caso captar el todo de las circunstancias. Si bien las palabras agotan y ocupan todos los recursos descriptivos, al final es con palabras que pensamos y describimos mentalmente cosas, no son suficientes. Es que plasmar todo tal cual se ve en el orden y tiempo en que se ve no es posible. Solo resultaría un caos de palabras convulsionantes, sin orden, frases “asintácticas”, y simplemente un revoltijo grandioso de letras, o mejor dicho símbolos en cualquier caso. Esta reflexión no es cuento, ni menos un afán de alargar las cosas. Es un simple preámbulo a una historia bien común, de cada día, nada novedosa. Es un algo que esta pasando en este instante. Quizá busco una imagen que resuma mejor, pero a falta de cámara o talento con la misma, optaremos Señoras y Señores por los implementos presentes. Lápiz y Papel.


En alguna plaza de la zona oriente del gran Santiago de Chile, mientras el tiempo pasa, hojas caen, niños juegan, padres ríen, heladeros venden, las gotas de la fuente se revuelven, perrillos varios corren por ahí, micros pasan, autos van y vienen y se quedan, faldas se levantan y bajan por nerviosas manos de escolares, hormigas pululan y pulgas carcomen mas de alguna pierna alérgica a ellas, alguien piensa. Alguien, y muchos otros alguien, piensan. Ese alguien específico piensa y escribe, escribe y piensa más. Escribe que espera y sin mucha gracia. Desde donde estoy sentada puedo leer sus garabatos varios. Al final sería mas honesto de su parte decir que solo espera, que espera cualquier cosa. No espera ni a las hadas ni a un druida perdido, no espera a médicos brujos o peluqueros de safari, no espera la iluminación divina o por algo de comer. La verdad es que solo espera que en la acción de esperar se encuentre algún fruto inesperado. Espera ver si las sombras que ve cambian, quizá. Cambiaran en algo conocido o tan solo por conocer. Quizá espera que comience a llover y pierda su importante conjunto de palabras de espera, pero dudo que sea eso. Hay mucho sol y nos afectaría a todos, es día de verano y vestimos ropas para ello.

En todo caso la entiendo, hay un deleite glorioso en esperar, en recordar cosas mientras buscas nuevas para algún día recordarlas mientras esperas otras nuevas y así todo cíclico.

De cualquier forma ahí estaba, una persona estática, más estática que las otras ya quietas. Parecía estatua. En meditaciones profundas, parecía haber perdido la capacidad de vivir, daba la idea de un pulso detenido, de una respiración contenida, de un segundo congelado, claro, exceptuando su mano blanquecina. Había algo diferente en su porte, en el devenir, en el estar respirando pausado y aletargadamente. Respiraba, se dejaba observar con su aire perezoso. Pasaban siglos y siglos, momentos y momentos, como la construcción y destrucción de infinidades de universos. Transcurría el mundo mientras este cuadro existía, era un constante y eterno presente, como la vida de algún animal imaginario.

Allí figuraba cerca de un castillo de juegos, donde corrían, se movían, gritaban, cantaban, saltaban, se ensuciaban, se revolvían cabellos y manos, donde se lanzaban cosas, donde se volvía a la edad media imaginando que era un caballero. Había mucho niño chico y ella, impertérrita existía ajena a todo. Una sombra se ve amiga, bañada en un halo verde. Un océano la observa detenidamente, dudando. Lo que aquel universo no sabe es que no debe dudar nunca jamás. En mis oídos suena un tema familiar, tan adecuado para este cuadro que observo, familiar para todos, diría. Una voz rasposa me susurra lo que ocurrirá, una mente malévola me recuerda que solo soy quien observa. Ese nuevo individuo titubea, deja las dudas de lado, atrás y cada instante más lejos. Se acerca muy muy lento, tan lento que parece ir para el otro lado o que detiene el tiempo a su alrededor. Es que el tiempo y espacio es engañoso cuando se observa algo tan trascendental ocurrir y no se puede tomar parte. El último tramo es raudo, es veloz, es un segundo que pasó. Avanza. Avanza. Avanza. Avanza, Se detiene, balbucea algo que no alcanzo a captar, maldita sea la distancia. Algo interrumpido y se corta la transmisión, no veo nada más que el pasto bajo mis manos, dejo de ver lo que pasa, suelto el lápiz y me marcho. Un beso.

-¿Vamos a tomarnos un helado?, el calor me esta matando.Detesto las plazas además.
-Claro.Todos en días como hoy.

Texto agregado el 16-03-2009, y leído por 342 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
11-08-2009 El cuento es una estatua. Le falta movilidad, conflicto, misterio, sorpresa. minigabo
29-03-2009 Tu capacidad de descripcion en cada sentir, quizá ir mas allá de la exacta imagen es lo que llama la atención de este escrito en lo personal. en_off
25-03-2009 El poeta es un fotógrafo con su cámara sensible capta la naturaleza de las cosas y de la gente, pero aquí vi una fotografía del interior de Englishrose, o me equivoco? ¡Saludos! mauro22
18-03-2009 Qué lindo escribes mi nena.Me has dejado impresionada como siempre e imaginé a ese ser como una estatua. El final me encantó deseando ese helado en esa tarde calurosa******* Besitos Victoria 6236013
18-03-2009 Excelente mente fotográfica. Muy buena pluma, talento y expresión, ZEPOL
17-03-2009 Excelente pluma para una historia muy agradable y entretenida. Cinco* pelopincho
17-03-2009 Interesante relato.. miles********* vilyalisse
17-03-2009 me gustó mucho y hasta se me antojó el helado, buen texto****** JAGOMEZ
 
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