A veces las cosas salen bien, otras veces no salen como deseabas pero te conformas, y otras salen mal... Hoy debes aprender a preocuparte por que simplemente salgan, de una manera u otra, pero que salgan...
Parece que voy a hablar sobre algo un poco pesimista o malo en mi vida, pero no va a ser así. Hoy es un buen día. Cuando veo todo lo que ya se pasó se me humedecen los ojos. Se lod ebo a mucha gente y a una persona en especial. Esa persona lo sabe...
Ese poema cutre que despide de sus trabajos a todos los estudiosos de filología española ya que va contra la belleza lingüística de nuestro idioma, es una miga, un minirecuerdo de algo de mi vida. Algo que escribí, puede que hace un par de años, y volví a leer ayer desde esa. Lo leí y sorprendentemente no me desagradó (soy un inculto en la poesía, lo siento) por eso lo puse. Esto me hizo pensar que quizás todas las cosas malas que me pasaran hace tiempo no lo hayan sido tanto, porque ahora las recuerdo con alegría, y la alegría es buena, ¿no?
Vamos a pasear en el tiempo un poquito...
Pienso en un curso, 3º de la E.S.O. ¿Por qué 3º? Pues porque ese año pasó algo pequeñito que hoy es un yo, es mi yo. Ese año me pregunté qué había que hacer para ser músico. No me lo pregunté porque quisiera serlo, todavía no sabía muy bien por dónde iría mi vida, pero me lo pregunté. Cuando tuve la respuesta no dudé. Ahí estaba mi futuro.
Aunque siempre fuera el pardillo del colegio sabía que dentro de mi cerebro había un Javi un poco inteligente. Por lo menos inteligente consigo mismo. Tomé una decisión de la que estaba completamente seguro y luché por cumplir todos esos planes que me llevaron tantas noches escribir. Esos planes de aprobar tal examen, de llegar a tal curso, de estudiar tal cosa, etc.. A día de hoy absolutamente todos se cumplieron y con éxito. No recuerdo ni un solo objetivo que me planteara y que no cumpliera. Es que en cuestiones de futuro soy el más comprometido.
Hoy en día existen nuevos objetivos. No soy capaz de dejar que las cosas salgan porque sí, es arriesgado, me propongo algo y lo consigo. Sea de una forma u otra, lo consigo. Sea un buen logro o malo... El viaje de nuestros sueños, Bruno, nuestros chupitos gallegos, coro, orquesta, dirección, maestro, profesor, concierto. Me quedan muchas cosas por hacer y tengo que comprometerme con ellas en el más alto porcentaje.
Hay personas, que dejan su vida en manos de otras, que disfrutan al máximo el momento, carpe diem, que le sonríen al hoy y se presentan al mañana como si fuera un completo desconocido. Admiro esa forma de vida y admiro a esas personas, pero hay épocas en las que uno no puede ser así. 21 años es una de esas épocas. Mi vida no está hecha, ni un poco, no tengo nada, solo familia, novia, perro, sí pero todo eso no me da de comer cuando esté solo, cuando empiece mi vida de verdad. Necesito un trabajo. Desde mi permanente odio al dinero y a la persona que lo inventó, desde mi odio a los trajes, a los protocolos, a las normas estrictas y absurdas de actuación frente a determinadas situaciones, debo agachar la cabeza y decir que necesito un trabajo decente.
Pensemos con claridad, ¿1000€ al mes (exagerando bastante) por servir mesas en una cafetería entre mil de una ciudad compensa? Le compensará al que le guste ser camarero. Vale, soy estudiante, me voy a otra ciudad y no tengo nada más que un piso de alquiler, ¿cómo lo pago y cómo como? Cafetería. Organicemos el horario y a intentar estudiar y trabajar en eso hasta que me encuentre un trabajo mejor (no me gusta ser camarero). Pero cuidado, porque no está permitido faltar a tus objetivos. Tengo que acabar esta carrera sino seré un camarero más toda mi vida. Mi objetivo no es ser uno más. Reconozco que mi ego a veces sube, bueno, no sube exactamente, solo sueña con vivir algún día en un lugar más arriba del que está. Poder decir que algo se me da bien es una sensación que estoy seguro que será agradable, y quiero probarla. Siendo camarero no la voy a probar nunca.
Mejor lo dejo, dejo este trabajo. No hay tiempo para estas cosas. No me importa pedir en la calle, no me humilla. Tampoco me importa limpiar las escaleras de un edificio por la mañana. Es más importante mi tiempo que mi dinero. No existe un sueldo que valga más que mis minutos. Me quiero demasiado. Otro de mis defectos...
¿Y ahora qué hago? Da igual, estudia Javi, aprende... no eches a perder tu vida. Haz lo que debes por mucho que cueste. A mi no me cuesta, me gusta. Es un placer poder estudiar y es una pena que nuestra sociedad occidental no lo sepa apreciar. Aquí se les llama niños de papá a aquellos que dedican su vida al estudio, siendo los demás, ignorantes en el tema, los niños de papá por reírse de su educación y echar su vida a perder en cualquier empleo cutre. El aprendizaje solo es valorado dónde apenas existe. El aprendizaje es un lujo, por favor, un poco de respeto a una de las pocas cosas buenas que consiguió el pueblo europeo a lo largo de la historia: la posibilidad de aprender más sobre lo que te gusta.
Sé que hoy en día desvié ligeramente mis objetivos. Cosas que pasaron. Cosas maravillosas. Cosas que quiero tanto como a mi vida. Ahora, un puñado de meses después, vuelvo a pensar en el antes. Debo cambiar un poquito mi ritmo de vida. Estaba asentado en A y ahora estoy en C, debo ir a B para que todo vaya bien. Es mi primer objetivo. Definitivamente me decido a seguir, pero a seguir desde dónde estoy. Ya veremos qué sorpresa me traerá el día de mañana, pero ¿sabéis qué? No sé exactamente cómo va a ser pero sí que sé qué es lo que voy a intentar conseguir en él.
...tiempo...
*Javier Santalices* |