Tolper el Tirano, era contrario al aborto en todas sus acepciones y organizó grupos que vigilarían todos los puntos y, de este modo, evitar que en algún lugar del país se estuviese infringiendo la ley. Así, nacieron todos los niños que debían nacer, las mujeres más pobres se llenaron de críos hambrientos y fueron aún más pobres al no poder regularse tampoco la natalidad, so pena de sufrir un castigo ejemplarizador.
Tolper aducía que su profunda fe católica le ordenaba respetar la vida en todas sus manifestaciones, pero, en rigor, lo único que deseaba era aumentar el volumen de sus ejércitos para continuar sojuzgando a la pequeña nación de Trida. Para ello, separaba a los pequeños de sus madres, cuando éstos aún no cumplían los cuatro años, edad suficiente para que recibieran una educación espartana.
Pero, los pequeños que nacían con malformaciones eran empleados para tareas menores en Palacio. Todo parecía desarrollarse con manifiesto orden en este país.
Mas, cuando la población excedió las posibilidades de alimentación de todos sus habitantes, se produjeron asonadas que fueron combatidas por el ejército del Tirano. De este modo, los hijos asesinaron a sus padres y la nación recuperó su tranquilidad.
Pero, el hambre acuciaba, los civiles morían de inanición y las madres preñadas, daban a luz, pequeños famélicos y raquíticos que no alcanzaban a sobrevivir.
Fue así que Tolper ordenó rebajar los suministros asignados al ejército y distribuirlos en las poblaciones más pobres. Las mujeres se tonificaron y pronto, dieron a luz a hijos más robustos.
La disconformidad en el ejército se hizo patente y fue Nabaludor quien se hizo fuerte dentro de un sector radical. En menos que canta un gallo, organizó a las huestes para que se levantaran contra el Tirano.
Cuando Tolper fue apresado y condenado a vivir para siempre en las mazmorras, lejos de maldecir al soldado golpista, lo bendijo y lo proclamó como su digno sucesor.
Años atrás, Nabaludor había sido el hijo no deseado de una madre que intentó deshacerse de él antes que viera la luz. Ella pagó con su vida tal afrenta. Y ahora, Tolper, remitido a una húmeda y fría celda, agradecía a sus dioses por permitir que el gobierno de Trida estuviera en las mejores manos.
Tres décadas más tarde, Nabaludor entregaba el poder a Auroris, primer presidente democrático de Trida, uno de los discapacitados de Palacio, que se había cultivado durante su estancia en la Biblioteca Gubernamental…
|