Nunca dejes de sonreír,
pues me agrada tu sonrisa,
ese gusto por vivir,
ese caminar sin prisa.
Esa caricia en mi pelo,
ese beso tan dulce,
ese brillante consuelo,
que es a lo que más me impuse.
Esa bendición al salir,
ese gusto al regreso,
y nunca quiero partir,
aunque me des un beso.
Nunca te miro enojada,
siempre estás sonriente,
y cuando estás cansada,
me gusta besar tu frente.
Al despertar yo te miro,
tan tranquila y seriecita,
que me invaden los suspiros
por ver otra sonrisita.
Y cuando te llega el llanto
me dan ganas de llorar,
y es porque te quiero tanto
y no te puedo contentar.
Como extraño tu sonrisa
cuando no estás a mi lado,
y me regreso de prisa,
creo que estoy enamorado.
Le doy gracias al creador
que te ha enviado a mi,
y le pido con fervor,
que no dejes de sonreír.
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