LETRAS DE SOMBRAS

Los dedos de Zori comenzaron a sangrar. Cada una de sus uñas se fue empapando lentamente con un líquido de muerte.
Sombras malignas tejían cortinas de miedo que abrazaron la pequeña sala.
- Zooriii -silbó una voz - Nos debes mucho y tienes que pagar. Por años hemos escrito tus cuentos y novelas. Te concedimos fama, más de la que un día pudiste imaginar. Ahora el día a llegado y tienes que cumplir.
La habitación se volvió más oscura. Una noche desnuda amaneció de pronto.
-Te escuchamos. Dinos el cuento que escribiste para nosotras o despídete de tu alma y fortuna.
Un largo suspiro precedió a la voz de Zori.
-Pero es un cuento muy sencillo.
-¿Tú lo escribiste?
-Sí.
-Entonces está bien para nosotras.
-¿Seguro que es tuyo?
-¡Claro! Duré 30 años haciéndolo.
-Entonces debe ser buenísimo –dijeron las sombras en tono burlón- Cuéntanos que estamos ávidas por escucharlo.
-Bueno, dice más o menos así: El sol se hundía en una línea brillante color cobre. Gaviotas y pelícanos lo miraban impotentes creyéndole a ratos ahogarse en las aguas profundas del mar.
-¿Eh, que me dicen? Buen comienzo ¿No?
-Sigue por favor –dijo una sombra- que aún no se me han pasado las nauseas.
-Está bien: En la playa, olas, arena y espuma levantaban sus rostros hacia un cielo de estrellas que nacía.
Algo ocurría en el firmamento, era algo especial, lo gritaba el viento del Oriente con su voz de arena y sudor.
- Y ahora que opinan, poderoso ¿no?
-Cállate y continúa para que podamos vomitar tranquilas.
-Bien: En verdad una gran competencia se efectuaba en las alturas.
El gran Dios cavilaba escogiendo un ganador.
¿Cuál sería el premio?
¡La noche siguiente una estrella iluminaría un camino! Sería guía de tres camellos, de tres coronas y vigilante de un establo, de un pesebre donde la luz del mundo vendría a nacer...
Las tinieblas del pecado bajarían su mirada. Y el perdón como regalo a los hombres extendería su poder. De forma continua ¡Eternamente! Mientras el arrepentimiento sincero tenga cabida en el corazón.
-¿Y nació ? ¿Nació esa luz? –preguntaron ansiosas las oscuras voces.
-¡Claro que nació! Y es en estas fechas cuando celebramos su venida al mundo.
-¿Y a nosotras Zori? ¿Nos perdonará esa luz?
-La piedad es para todos. Para todo ser que la busca con sincera humildad.
El anciano estiró su brazo hacia el árbol navideño, y las sombras se fundieron entre luces de perdón.
En la estancia, solo quedó el tintineo de tres voces en el aire: “Bien hecho Zori, creo que para ser tu primer cuento empiezas bien, bastante bien.”