De colgar en los improvisados festones cada tereque.
De formar con la masa encontrada una masada fría.
De gobernar y regir los pensamientos sabidos.
Por desecar, sin sacarles jugo, los mangos prietos.
Al intentar abrazar el universo imaginado,
Mientras sabía que todo ello era prolongar
La distancia y el tiempo,
Agotado por la incrédula faz,
Entregó su batuta cansado
A un transeúnte ignorado.
Aguadulce, marzo de 2009
José María de Benito
Texto agregado el 14-03-2009, y leído por 143
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