Capítulo 9
Demetria y las Fábulas Gitanas
“Aquí todo tiene dos caras, la alegría viene y luego el dolor.
La felicidad es triste. El amor alivia y abre heridas nuevas...
es vivir y morir de nuevo”.
Ingrid Betancourt
En la tierra de los Secretos Ocultos, los espíritus de los niños secuestrados volaban hechizados por el sonido de un acordeón mágico, su suerte estaba echada; serían soldados para la gran guerra que vengaría la opresión de los Payos sobre el Mundo Gitano. La venganza por fin llegaba, solo bastaría la sonrisa del niño, Bustajú sería liberado y los espíritus de los niños secuestrados serían transformados en Gárgolas, Cíclopes, Dengojís y Dragones de Fuego… El bien y el mal en medio de dos caras formarían parte de ellos…
En un jardín de hierro, donde la aridez de la nada crecía en cautiverio una grilla mantenía a Ivancito prisionero, a diferencia de los otros niños, a él le habían despojado del beso maternal y de una caricia, la mirada de sus ojos reflejaba, el lamento y la desdicha. Secuestrado por un sonrisa que no engendra sonrisas; un niño, una madre, la razón subyugada a la fuerza…Dicen que el despojo de una madre es como la mutilación de un vínculo sagrado, la esencia de la vida se quebraba con algo tan frágil y verdadero, su alma estaba herida y perpleja. Un niño jamás comprende la razón de las cosas, porque la esencia de la vida se basa en sentimientos, sentimientos que se crean desde el primer día. ¿De qué color podría ser el cielo? si los ojos de un niño no pueden ver un mañana cuando la rosa del jardín que lleva dentro parece tan lejana, entristecida y solitaria se marchita, mientras sus espinas le clavan una herida tan profunda cada vez que sus recuerdos la envuelven en la planicie de un desierto abrazando sus emociones desoladas.
Una gitana llamada Demetria llevó al acordeonista al calabozo donde Ivancito pintaba su tristeza, intentaba robar la sonrisa de un niño supuestamente con el corazón quebrado para construir el jardín que un gitano sin darse cuenta había destruido, pero fue en vano, las sonrisas serán siempre sonrisas: espontáneas como el vuelo de un ave libre en busca de su cielo, y verdaderas como los sentimientos puros y nobles de un niño, donde al final de su historia esa ave en busca de la libertad construirá su propio nido.
Aquella tarde las notas del acordeón cantaban con la intensidad de un amanecer nostálgico un Tango Gitano, mientras Demetria le contaba a Ivancito cuentos de duendes mágicos y hechicerías gitanas, pero ni con ello ni aún así obtuvo una sonrisa, solo pudo robar de su mejilla el sonido de una lágrima, mientras un trueno con su mano alcanzaba de golpe lo infinito del cielo.
Entonces pasaron los días interminables y la paciencia se fue agotando, hasta que un día la Anciana pensó que podría hechizar a Ivancito contándole historias gitanas y así este olvidaría su pasado y se transformaría en uno de ellos… Quizás con el tiempo cuando fuese mayor, podría traspasarle su sabiduría, de ese modo el niño se convertiría en un gran rey gitano y así sus sonrisas transformarían por siempre la Tierra de lo Oculto.
Demetria se acercó al pequeño niño, quien cedió poco a poco y le dijo:
- Eh Chavo, ¿Quesa ostré mistó? (Niño, ¿está usted bien?) – Chavo, Juna Andoba jinobla…: (Niño, escuche esta fábula)
Porqué los Gitanos no tenemos Iglesia
(Adaptación del Libro Leyendas Gitanas Recogidas en Bulgaria, Autor Deyan Kolev)
Hace muchísimo tiempo cuando se crearon las naciones, en un lugar no muy lejano, se forjó un país donde vivían libres payos y gitanos. Los payos construyeron una gran Iglesia donde veneraban a su Dios. Los gitanos al ver aquella Iglesia quisieron edificar otra basada en sus propias costumbres y creencias. Los payos la construyeron de mármol y oro, inmortalizaron su historia sobre hermosos lienzos y a través de escritos narraron la historia de un pequeño niño con el propósito de que jamás fuese olvidada, contradictoriamente ese niño nació en un pobre pesebre y salvaría a la humanidad entregando su propia vida al ser crucificado. Los gitanos construyeron su iglesia de queso, pues no tenían grandes tesoros ni riquezas, pero tampoco escribieron ni pintaron nada, fue así como olvidaron parte de su historia.
Al transcurrir el tiempo, los payos cimentaron sus creencias sobre esa iglesia, se hicieron sedentarios, prosperaron y crecieron hasta transformarse en una gran nación. Los gitanos caminaron sin cesar, por senderos errantes. Con los años sus víveres escasearon, llegó el momento en que entró en sus cuerpos el frío y el hambre al punto que sus bocas no tenían nada que comer. Un día un gran cuervo negro se posó en lo más alto de su iglesia de queso dándole un gran mordisco. Al observar aquella situación los gitanos siguieron su ejemplo y comenzaron a comerse la iglesia saciando de ese modo su apetito. Uno cogió un trocito, un segundo otro, un tercero y un cuarto... Y así acabaron sin iglesia. Por eso los gitanos no tenemos iglesia, porque nos la comimos. Los Payos tienen, pero nosotros no tenemos. Tampoco tenemos estado, ni un lenguaje universal propio. No tenemos nada…
La mujer se quedó pensativa, por unos instantes miró sus manos vacías y prosiguió con una nueva historia…
El Dragón, la Joven sin nombre, la noche y la sequía
(Adaptación del Libro Leyendas Gitanas Recogidas en Bulgaria, Autor Deyan Kolev)
Erase una vez cuando la tierra de los girasoles era habitada por extraños poderes, poderes gitanos mágicos milenarios. Los gitanos que vivían entonces eran muy sabios al punto que descubrieron el secreto de la juventud eterna y debido a ello vivían al menos mil años. A los trescientos, aún eran jóvenes y a esa edad decidían casarse. Antes ellos tenían bellas alas y vestían hermosos trajes de seda revestidos con encajes de perlas y zafiros, como vivían muchísimos años y eran sabios, desarrollaron las ciencias y la astrología. Con puntos y signos incandescentes sobre el cielo descifraban el futuro, ellos marcaban sobre la palma de sus manos con flechas mágicas las cosas que sucederían, flechas que lanzaban al cielo dando vida a sus hechizos.
Pero ocurrió lo inexplicable, un día los gitanos no pudieron presagiar todas las cosas que estaban escritas en el cielo, de donde cayó un gran meteoro comandado por un terrible dragón, quién tomó todos los desagües y piletas con forma de animales y con la ayuda de un terrible hechicero los transformó dando vida a un gran ejército de gárgolas con alas de murciélago, grandes ojos incandescentes, unos pequeños cuernos y la piel dura que asustaba a cualquiera que las viese.
Así el Dragón se hizo dueño de los cielos y de la tierra, luego encerró todas las aguas en una caverna. Fue así como sobrevino una gran sequía. Todo se cubrió en llamas, los gitanos tuvieron miedo de volar y debido a eso dejaron de utilizar sus bellas alas, las que finalmente se atrofiaron. Dado lo anterior el dragón los hizo prisioneros despojándolos de todos sus bienes y fueron convertidos en piedras por la sequía. Había una hermosa doncella cuyo nombre entre los gitanos nadie conocía y que decidió salvarlos.
Vestida con ropa muy sencilla, al atardecer tomó su pandereta, tres platos de pimienta y tres ratones y descalza fue al bosque donde estaba la guarida del terrible dragón.
Este inmediatamente sintió que un ser humano se acercaba y abandonó la cueva. Sin embargo, se vislumbró al ver a la hermosa muchacha y debido a ello no la devoró, sino que se detuvo a charlar con ella. Mientras hablaban, empezó a sentirse mareado y somnoliento por causa de la pimienta.
"Has llegado hasta aquí, pero no puedes entrar en la cueva. Si lo haces, te convertiré en piedra", dijo el dragón.
"De acuerdo, no me moveré un paso de aquí, pero quisiera alabar tu grandeza cantando una canción que he compuesto para ti". A lo que el dragón asintió sin reparos.
La hermosa joven tomó su pandereta y procedió a cantarle una armoniosa canción sobre el amor entre una jovenzuela que se enamora de un gran guerrero que llegó de los cielos a conquistar su corazón.
El dragón lentamente cayó dormido al escuchar tan bello cantar. La chica, sin embargo, sabía que todas las aguas estaban encerradas en la gruta y entró cantando sin miedo. La Madre Noche se embriagó con el canto de la joven, al igual que como sucedió con el dragón apoderándose del poder mágico de la noche que vivía allí.
La joven soltó a los tres ratones, pues gustan sobre todo de la noche, y empezaron a danzar con la Madre Noche quien pronto comenzó a dormirse. Entonces la joven tejió una red presurosamente con sus cabellos rojizos y con ella apresó a la Madre Noche para que no pudiera escapar. Lo hizo porque quería que la noche fuese larga y el dragón durmiera durante muchísimo tiempo. Tras esto, entró en las profundidades de la cueva y liberó las aguas que también quedaron encantadas con su bella voz.
Las aguas fluyeron de nuevo respondiendo al canto de la joven y danzaron al eco de las lluvias que estallaron, de ese modo el padre día despertó de su letargo y todo volvió a la vida y los gitanos convertidos en piedra por la sequía se volvieron humanos otra vez. Recobraron sus tesoros y sus alas y pudieron nuevamente volar. Con el tiempo y en retribución los gitanos le dieron sus alas a la hermosa joven y así nuevamente dejaron de volar. Aunque muchos gitanos las extrañaron; por eso caminan a través de los confines de la noche invocando en sus cantos lamentosos a la bella joven intentando cautivarla para que les entregue nuevamente sus alas. La doncella prometió que algún día, cuando el elegido llegase, ella se las devolvería…
Las Lunas
(Adaptación del Libro Leyendas Gitanas Recogidas en Bulgaria, Autor Deyan Kolev)
Cuando el hombre fue creado no existían las lunas, ellas fueron creadas después del hombre. Las personas que por entonces poblaban la tierra de los girasoles eran muy esbeltas y delgadas. La persona que trata las cosas de Dios se llama Señor de los sueños, pero en aquella época les llamaban Zhiratzi, que significa: "lo que quiera que hagan, lo hacen de noche".
Una anciana mujer vivía en aquel tiempo. Se llamaba Lechikovitza. Era la única persona capaz de curar a la gente sin dolor. Se sabe que muchos gitanos no aplican sus conocimientos ocultos para ayudar a otro de los suyos, debido a que cada uno de ellos posee sus conocimientos y tiene capacidad de utilizarlo consigo mismo. Pero usan sus conocimientos para otras personas que no son gitanas y que perdieron aquél don.
Cada noche en luna llena la anciana al escuchar el aullido de los lobos tomaba un poco de harina y agua sagrada. Con sus manos amasaba una Luna en un recipiente lleno de agua y utilizaba la luz de la luna reflejada en el agua para sanarlos invocando a la madre De Develesky. Lechikovitza iniciaba el ritual cerrando sus ojos, invocaba a los espíritus divinos, que a través del aullido de los lobos pronunciaban el nombre de la De develesky, luego entraba en un sueño inconsciente hasta la siguiente mañana y al despertar con premura visitaba a la gente que había sanado.
Por eso creó el Señor las Lunas. Para que la gente estuviera más sana…
Demetria observó que el niño se había quedado dormido entre sus brazos, recostó su cuerpo sobre unas mantas, permaneció a su lado mientras con un gesto materno susurraba despacito en lenguaje gitano...
– Niño, niño, tú eres el elegido…
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