Son las seis y media de la mañana y en medio de la costa catalana atravesando las barrosas calles de Baladona viene un ovejero de las montañas francesas con una turba silenciosa de obedientes ovejas y chivos rumbo al mercado de Barcelona.
La tradicional neblina costera, le indica que se aproxima a su destino, y poco a poco deslumbra las luces del gran mercado y, aun siendo de madrugada, ya hay gran movimiento. Son tiempos de crisis, las cosas no marchan bien en ningún lugar y la situación social de la gran España da para hablar, un gobierno mas preocupado en la popularidad y en las próximas elecciones, el como enlodar la imagen de la oposición política.

El ovejero sin leer algún periódico en meses, esta al tanto del acontecer pues en las caras de las personas, transeúntes de la fría y densa mañana de Baladona, dan a conocer la situación que se vive; lamentos en el viejo catalán, por no tener algo para silenciar el ruido de las tripas y continuar con su marcha sin la carga de la desesperación y hambruna. El pueblo clama y pide a gritos que las locuras de los que están sentados en la capital, vestidos de traje y corbata que emprendan rumbo y aseguren un plato de comida para todos los ciudadanos el dia de hoy y para los que vendrán mañana.

Ya en el mercado, las mercancías del ovejero son bien vistas pero, el no es un bobo y con fusil al hombro, aguarda las ofertas. Esas ofertas eran bastante pobres, no había muy buen precio y a duras penas, alcanzaría a cubrir sus necesidades por cerca de seis meses. Aun así, tenia fe, sabia que algún buen precio llegaría a su caballo y se liberaría del lote y partiría rápidamente a comprar lo necesario y volver pronto a casa pues la soledad de las montañas, el la extrañaba y por la ciudad y su bulliciosa canción, alteraban la armonía de su andar. Rechazo varias ofertas, proposiciones que no estaban mal pero se mantenía firme hasta que dieron cerca de las cinco de la tarde, algunos ya se retiraban con caras de poca satisfacción pero que abastecerían y darían abasto a sus requerimientos, otros se iban derrotados e inconformes por los malos negocios pero el ovejero, se encontraba algo desesperado y poco a poco, empezó a bajar su meta y cerca de las siete cuando el manto de la noche, acompañado con nubes de tormenta, un comprador obtuvo a un mal precio para el ovejero pero bueno y accesible para el casi la totalidad del rebaño, iracundo el ovejero maldijo a la usura de esta crisis social generada por acaudalados privados para obtener mayores riquezas, una ambición sin limites.

Maldiciendo todo el camino de vuelta acompañado solo de un chivo volvía el ovejero, la tormenta caía sobre el con mayor fuerza y por toda la costanera bebía su cantimplora de cognac francés, desilusionado, despotricaba y descargaba hasta que toco a la madre patria y en castigo una ola rompió fuertemente y se llevo al ovejero con su caballo con el pequeño chivo que le quedaba. Con pocas monedas y en agonía fue a dar al fondo del mar.

Al par de dias, en una playa cercana unos pobres infantes jugaban y encontraron a un chivo todo desnutrido y cerca de este, un pequeño saco con unas cuantas monedas y billetes, suficientes para comprar una buena cantidad de ovejas. En todo Baladona nadie fue mas feliz por mucho tiempo mas que esos niños.