DEYABÚ

-¨Esto ya pasó antes¨- pensó, pero no podía ser, era la primera vez que estaba allí.
Varias veces le había sucedido anteriormente, pero culpaba siempre a su mala memoria.
Una noche había escuchado la extraña palabra de boca de su novia.
-¿Deyabú?, ¿Qué es eso?- Le había preguntado y había recibido una simple respuesta, tan simple y natural que no lo había terminado de convencer.
“-Lo que en realidad pasa es que vos no te acordás, pero eso ya te pasó antes o te pasó algo parecido y vos lo relacionás y creés que es el mismo hecho”- Le había terminado de explicar Karen aquella noche.
Pero ese día era distinto. Él nunca había estado en ese lugar. Estaba seguro de ello.
Era la enorme sala de entrada del Banco adonde lo había enviado su jefe a depositar un cheque. El empleo era nuevo y él nunca había estado en ese barrio, hasta le había costado trabajo llegar allí.
Estaba tan distraído pensando en esta certeza que apenas se dio cuenta de que esta vez lo que ocurría no duraba sólo un instante, las acciones continuaban al igual que sus recuerdos.
Estaba tan seguro de haber pasado por todo aquello antes, que incluso podía adelantar lo que sucedería.
“Cuando ese hombre de azul se dé vuelta, le tirará sin querer las carpetas a la joven que acaba de entrar”. Pensó. Y comprobó aterrado que efectivamente así ocurría.
Salió corriendo del Banco. A cada paso encontraba algo que ya había sucedido. Era una sucesión interminable de recuerdos y seguridades, de angustias y desesperaciones.
De repente conocía el futuro, su propio futuro y el de todos. Deseó que todo aquello fuera un sueño, durmió con la esperanza de que al despertar todo aquello desapareciera, pero no fue así. Todo era una interminable tortura, el destino estaba irremediablemente escrito y nada podría cambiarlo. Al principio deseó engañar esa máquina del mundo que repetía una y otra vez todas las cosas, las vidas, las muertes, los deseos, las miserias, las fortunas...deseó morir, pero sabía que era en vano, aún así intentó matarse una y otra vez hasta convencerse de algo de lo que ya sabía: moriría ya anciano en un horrible accidente de tren.
Fue entonces que decidió dejarse llevar, intentar mostrar una sorpresa que no existía ante cada hecho que le sería supuestamente nuevo, pero por dentro ya nada sería igual, por dentro sólo existiría una profunda tristeza, la resignación ante lo inevitable.
Sólo se preguntó si él era el único que debía soportar esa terrible carga.
Fue justo en ese momento que ella pasó juntó a él y fue justo en ese momento que al mirarse por primera vez, ambos se reconocieron