Por ahora, mi vida siempre ha estado asociada a los estudios. Incluso en los periodos que he estado trabajando o de vacaciones, las asignaturas, los apuntes y los libros de texto nunca me han abandonado. La verdad es que siempre me ha gustado aprender (que no estudiar) y siempre he intentado pasármelo bien mientras lo hacía (como en el resto de facetas de mi vida). En consecuencia, siempre he sido asignado a un rol de "graciosillo de la clase" o de "follonero" independientemente de que mis notas fueran mejores o peores.
En la facultad de informática, me matriculé del segundo curso teniendo aún asignaturas pendientes del primer año. No sé si lo hice por orgullo, por seguir con mis compañeros de promoción, por ver asignaturas nuevas o porque las asignaturas que me quedaban de primero no me gustaban nada. El caso fue que aquel curso salí bastante mal: aprobé muy pocas asignaturas y perdí la beca. Estuve muy desmotivado comprobando el panorama que me esperaba durante los siguientes años de mi vida.
Aquel año tenía una asignatura llamada "Sistemas Operativos II". Era del segundo cuatrimestre del curso. Su hermana menor, "Sistemas Operativos I" (alias Sisopi), era del primer cuatrimestre y no llegué ni a presentarme al examen. Consideraba que no sería capaz de aprobar la II sin haber estudiado la I. A pesar de eso estuve yendo a clase, por inercia, o por si me presentaba en septiembre. Tenía mucha fe en septiembre después de haber aprobado cinco asignaturas en septiembre durante el curso anterior. Aquel curso perdí la fe.
Aún estábamos en la facultad antigua. No tenía aulas en forma de anfiteatro. Eran casi planas, y con ochenta o cien personas en clase, los del fondo nunca escuchaban ni veían nada. Empezaban a charlar y el murmullo iba creciendo paulatinamente hasta hacerse insoportable.
El profesor de SOII estaba ya cansado de esto. La gente no atendía, no se callaban y tampoco participaban en clase. El profesor siempre parecía estar de mal humor. En más de una ocasión abandonó prematuramente la clase. Algunos de mis compañeros le apodaron como "el Robot", porque las clases de SOII se convirtieron en algo rutinario y aburrido.
Así pasó el cuatrimestre. Eran los últimos días de clase y estábamos en la puerta del aula esperando al "Robot" para la clase de dudas previa al examen final. Entonces fue cuando caí en la cuenta:
-¡Joder! ¿Para qué voy a entrar a la clase de dudas si no me voy a presentar al examen? - comenté a un grupo de compañeros.
Después de una pausa añadí:
-Bueno, voy a entrar aunque sea para decirle al "Robot" que le cuente un chiste a la clase.
-No tienes cojones -dijo un amigo mío.
No hizo falta más. Me dejaron solo. Me senté en mi sitio, aproximadamente en el centro del aula, y los que habían estado a mi lado en la clase anterior huyeron como comadrejas. Estuve esperando mi momento estoicamente mientras que el compañero que se sentaba delante, que estaba en el ajo, no paraba de darse la vuelta para decirme palabras de aliento:
-¡Mariquita! Te vas a rajar. No le vas a decir nada.
Cuando faltaban cinco minutos para terminar la clase, levanté la mano y el profesor me dijo:
-Venga. Rapidito que nos vamos.
Entonces dije:
-Que como ha estado Vd. tan serio todo el cuatrimestre, quería pedirle que nos contara un chiste.
El hombre se quedó muerto. La clase estalló en una estruendosa carcajada. Después de casi una hora de escuchar características de UNIX, i-nodos y sistemas de archivos, toda la tensión se esfumó. El profesor se puso colorado hasta las cejas y aún recuperándose del "shock" me dijo:
-Hombre, ¿por qué no me lo has dicho antes?
-No quería interrumpir la clase de dudas y perjudicar a los compañeros -contesté.
-No, me refiero a unos días antes. Es que así de repente, no me acuerdo de ninguno.
-No se preocupe Vd. que el año que viene estaré aquí para recordárselo -le dije.
A lo que la clase respondió con otra carcajada colectiva.
El curso siguiente me volví a matricular de SOII. En los exámenes de febrero conseguí aprobar "Sisopi", y después de terminar los exámenes, estuve en el pueblo descansando unos días antes de comenzar el segundo cuatrimestre. Estuve pensando en no asistir al primer día de clase para descansar un día más. Normalmente, los primeros días sólo sirven para explicar los temarios y el sistema de evaluación de cada asignatura. Pero recordé que tenía que asistir para recordarle al profe de SOII lo del chiste. Así que hice el petate, cogí el autobús y me fui para Granada. En el autobús iba pensando: "Tiene cojones el esfuerzo que estoy haciendo por hacer una gracia".
Al fin llegué al aula. Acabábamos de mudarnos a la nueva facultad (febrero de 2002) y allí ya disponíamos de unas instalaciones más decentes: aulas en anfiteatro, pizarras grandes, proyectores integrados en las aulas,... todo nuevecito. Cual fue mi sorpresa al ver sentados en la última fila a un puñado de compañeros del año anterior que ya habían aprobado SOII. Me decían:
-Juanma, hemos venido por tí. No nos decepciones.
Y yo pensaba: "Que cabrones. No se les ha olvidado. Si llego a faltar, seguro que me lo hubieran echando en cara". Llegó el profesor y fue repartiendo el temario de la asignatura por toda la clase. Cuando me vió, nos saludamos con una sonrisa que lo decía todo:
-Sabes a lo que he venido -decía la mía.
-Otra vez aquí. No me vas a dejar tranquilo hasta que lo haga, ¿no? -decía la suya.
El profesor contó lo que tenía que explicar ese día. Llegó mi turno y volví a levantar la mano.
-¿Qué quieres? -Me dijo resignado.
-Quería recordarle que nos debía Vd. un chiste del curso pasado.
Se escucharon algunas risas, de los repetidores y los infiltrados, y muchos murmullos que denotaban asombro al no entender lo que pasaba. El profesor intentó explicar la situación:
-Es que el año pasado los alumnos eran un poco sosos, y al final de curso me pidieron que les contara un chiste, pero no tenía nada preparado. Bueno, ahí van un par de ellos.
Entonces contó un par de chistes (bastante malos, por cierto) que nos dejaron a todos descolocados. A los nuevos, porque no entendían a que venía aquello, y a los veteranos por haber estado un año esperando ese momento. Después de contar los chistes, el profesor se marchó.
A partir de ese momento, todo cambió. Puede que fuera por las nuevas aulas, donde la visibilidad y la sonoridad dejaron de ser un problema, o porque mis nuevos compañeros eran más formales, o seguramente porque vimos que el profesor no era un robot experto en sistemas operativos que explicaba las cosas mecánicamente, sino un ser humano que contaba chistes malos y que se sonrojaba al encontrarse en situaciones inesperadas.
El resultado fue que las clases no tuvieron nada que ver (excepto por los contenidos) con las del año anterior. Los alumnos atendíamos, participábamos,... no es que aquello fuera "la alegría de la huerta", pero se hizo mucho más llevadero. Incluso mis antiguos compañeros que habían pasado a tercero tuvieron otra asignatura con "el Robot" y no dejaban de decirme:
-Juanma, cógetela. Que este año la da "el Robot".
Aunque siguieran llamándole "el Robot", para ellos ya no era "el Robot". A mí me dió tiempo de hacer otra gracia ese año, también en SOII. El profesor estaba explicando como se crean procesos en UNIX. Era algo así como que había "procesos padre", "procesos hijo", "procesos hermanos", que los padres podían matar a los hijos mediante la orden "kill", que si el padre moría, los hijos eran heredados por el abuelo,... ya no recuerdo bien. El profe estaba intentando aclarar todo esto cuando le pregunté:
-¿Es que los procesos no tienen moralidad?
(Aún recuerdo al profesor de física de primero de carrera diciéndole a un compañero: "José Ramón, ¡Los circuitos no tienen sentimientos!").
Mi compañero de al lado me dijo: "Tío, ¿para qué le preguntas eso?". El profesor me preguntó: "¿A qué te refieres?".
- Pues que como los procesos hijos matan a los padres, los padres a los hijos,... ¿no había otra forma de montar todo esto?
El profe se quedó pensando y empezó a decir:
-Bueno, la verdad es que nunca lo había pensado, pero claro, como todo esto lo inventaron los yankis, y esa gente lo hace todo a tiro limpio, supongo que será por eso. Ahora que lo pienso, tiene sentido, porque hay muchos términos informáticos relativos a explosiones y otras acciones violentas.
La gente flipaba. "¡Chapeau!" por el profesor. Yo no le di más importancia a aquello, pero años más tarde, un compañero de aquella promoción mencionó "la moralidad de los procesos" en el discurso de fin de carrera.
Me estoy acordando de todo esto porque, aún hoy, tengo pendiente aquella asignatura de tercero que dió "el Robot" durante el curso 2001-2002 (Programación Concurrente), y entre mi colección de apuntes, hay unos que parecen ser de cuando él dió la asignatura. Por eso me ha venido todo a la cabeza y lo estoy escribiendo antes de que pase más tiempo y se me olvide del todo.
Ojalá me la hubiera cogido aquel año, pero yo quería ir paso a paso y aprobar SOII antes. Recuerdo que en el examen final de SOII estaba yo sentado en primera fila. El profesor se acercó y me dijo:
-Juanma, estás escribiendo un montón.
-Es que hoy estoy inspirando -le contesté con humor.
Pensaría él que yo estaba allí sólo por el cachondeo, y por ver si decía alguna ocurrencia. Pero la verdad es que trabajé un montón (y aprendí bastante). Al final saqué un notable, creo que muy merecido. Siempre que me he encontrado al "Robot" nos saludamos, me pregunta como lo llevo y lo que me falta para acabar. Hace tiempo que no le veo. Espero que le vaya bien y que ningún año se le olvide contar un chiste (por malo que sea) a sus alumnos en el primer día de clase. |