Gabi, (pal álbum familiar)
Qué suerte tuvo Pancho, piensa divertida Sofi mientras camina rápido, en medio de su mañana laboral, de este caluroso martes, llegó justo el verano en que las chilenas se decidieron a usar mini falda, esto no ocurría hace tiempo, ¿qué habrá pasado?, quizás una convención a la que no la invitaron, en la que llegaron a la conclusión que entre tanta muestra de pierna caribeña que ha arribado en estos dos últimos años, ya era justo que nos tocara a nosotras, jaa, no sé, la cosa es que se divierte viendo pierna aquí y pierna allá. Siempre ha admirado el cuerpo femenino, no es que le gusten las mujeres, sabe con certeza que si hay algo que nunca será, aún cuando odia la palabra “nunca”, eso es lesbiana, pero siempre le atrae ver esas caderas perfectas sobre piernas esculturales, sólo como admiración de belleza, además se divierte analizando las expresiones masculinas acompañando el vaivén de la chica hasta que se pierde.
Caminar y divagar, le ha parecido desde siempre a Sofi un ejercicio excelso, más que comer, se siente poderosa; inventa destinos en la señora que vende el periódico, crea el mundo del oficinista que corre para marcar su tarjeta a la vuelta de colación, imagina por qué ese niño de polera verde se arrastra con pocha de la mano de su mamá.
Es dueña, es señora, es la hilera de los caminantes grises de Santiago.
En el colegio le decían “La Rara”, apenas sonaba la campana corría despavorida para adueñarse del balcón de en medio, ese que daba justo tras el escenario del colegio, desde ahí podía crear mundos maravillosos, cortar las escenas, intercambiar personajes; se sentía orgullosa de la fábula que había creado para Hortensia, la chica rubia del 5º C, jaaa, se fascinaba tanto en cada recreo en aumentar la trama, que muchas veces estuvo a punto de preguntarle cómo iba la salud de su prima hermana, cuando se cruzaban camino a la sala, tras el discurso de doña Filomena Narváez, la gloriosa directora.
Su reloj le ordena apurar el tranco, llegará tarde a la reunión aquella, pero ¿qué importa dice su voz mandante? Si hoy como pocas veces hay tantas historias marchando a paso unísono por el centro.
Mientras los cuentos de los transeúntes le rozan las mejillas, se le viene a la mente la discusión de anoche, cree estar con todas las armas en sus manos para vencer en el round que quedó pendiente, y es que no hay por dónde, el sound es definitivamente peor que el reggetón.
Pero el round se pospuso, como siempre (dice Lorenzo desde el patio), pues “como siempre” los planes cambiaron, lo que iba a ser una noche de argumentos sobre lo peor de lo peor, se convirtió en una rica charla con ventana abierta, pies descalzos, rock en la radio, y por supuesto regada por Carmen…
Hacía días que no nos regalábamos una noche de conversa, dice Pancho.
Y es que la vida marcha tan rápido Pancho, y con tanta vorágine de hechos que se nos cuelgan como garrapatas, ¿no te parece que fue hace un rato en que me decías aquello de “tú, déjate llevar” o “comparece donde te citen”? no fue hace un rato Pancho, fue de los primeros dichos que me regalaste hace 8 años…. 8 años Pancho, si hiciéramos una línea del tiempo en relación a los hechos importantes acontecidos, como me enseñaron en la escuela, creo que abarcaríamos unos 530 años, por lo menos.
Y si la entrega se midiera en joules, generaríamos más energía que la criptonita de súper-man.
Oye Sofi, hoy por fin encontré ese carrito que vende Hueso con Motillo en el centro…
Jajajajajaj, Mote con Huesillos, Pancho, jajajajaj…
¡Eso!, pero da lo mismo, la cosa es que di con él, me detuve con mi vaso de hueso con motillo en la mano, un paso antes de la gran puerta de la Catedral, a mi lado dos señoras ofreciendo estampitas de San Expedito, como siempre pasa, algo me distrajo y no entré, ¿qué será?, cada vez que intento entrar ahí algo me lo impide.
¿Será que desde el más allá la voz del teporochito te recuerda qué hiciste aquella madrugada con su última botella disponible, y eso te paraliza al entrar a la casa de Dios…? Jaaa, siempre que recuerda ese suceso a Sofi le viene el hipo de la risa, más aún si ya es el segundo vaso de vino el que empina.
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El vino ha sido buen compañero en estos años, ni esencial ni vital; compañero, en esta vida fulgurante que nos decidimos a tomar…
….compañero aquella noche ¿te acuerdas? en que en penumbras y sin códigos extraños decidimos pensar en Gabi, mordiendo los miedos, abrazando las ganas, enlazando las piernas, soñando….
“Mira niñita, te voy a llevar
A ver la luna brillando en el mar.
Mira hacia el cielo y olvida
Ese lánguido temor
Que fue permanente emoción.....
Ay..., fue permanente emoción.
…
Para la hija de un hombre
con ojos de cristal
y papel sellado en la piel.”
(Los Jaivas – Chile)
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