Sócrates en rialidad era un hombre solimán que se escurrió pur el mundo sin poder decir las cosas como tochos, como él quería.
Jue nombrado así porque su jefe quería un hijo sabio y con harto cacumen pa’ parlar del universo, y sobre todo porque su apá conocía de oídas ese nombre; incluso se esforzó por que naciera en la calle de Grecia, pa’ que con orgullo gorgoreara que su mijo “vio la luz en Grecia”, pero el güey, con las prisas, nació en un transi.
Lástima que nel llenó las expectativas de su pañuelo. ¡Humm! Le salió mudo. Podría desembucharse que le comió la lengua el ratón, pero jue el hambre; cuando todavía taba en la panza de su matraca, ella no papeaba chido y pos tuvo suerte de que se desarrollara completo. Los doitores del seguro le anunciaron: “Señora le falta media lengua a su hijo”, y que no iba a poder dar buenos berridos ni mentarle la madre a los árbitros en los partidos de fut.
El único pedo en sus primeros asnos jué que sólo podía hacer pujidos, se tenía que estar al tiro pa’, cuando el chamaco tuviera hambre, darle en gotas o, pa’ cuando tuviera surrado, verle u olerle.
El Sócrates creció medio desnutrido y no duró mucho en Grecia, los desalojaron y se jueron a uña vecindad cercas de Canal del Norte. Asistió a uña escul semi especial, pos a excepción de ese cacho que le faltaba, taba bien. Aprendió a escribir, leer, y a gorgoriar con las manoplas.
Pero aún con eso, siempre le encabronaba que cuando iba con su matraca, con su apá o con cualquier familiar, siempre trataran de leerle la azotea, sin darle chance de expresarse como él quería y, pos el güey se ponía tricolor del puritito coraje.
Llegó a la prepa, y con el cambio de hormona las monas no lo vidriaban tan pior, así que nel falto la aguzada que quería andar con andobas. Entre ellas tuvo Josefina, que era el punto medio entre las más buenonas y las más arañas.
La Chepina de plano se le lanzó al agua va, y sin darle chance de meniar la maceta, a dar guana respuesta, le plantó un besugo de sanguijuela, y de remate le caló el fierro pa’ paralizarlo. ¡Sócrates...! sintió chipocles, y pos, sin respingo le siguió con tremendo fafaje tres x, que sudaron bonito en el laboratorio de biología. Esta jue la prueba de que no necesitaba hablar.
En ostra ocasión se metió en un pedo por un cabrito que le agandalló el examen de mate y casi lo reprueban porque el maistro le exigía que le dijera quién jue, sin permitirle meniar las manoplas, ni tenía con qué escribir.
La tecnología, pos no taba muy a su favor, pues hasta onde él sábanas no había modo de acompletarle la lengua. Pero le brillaron los piojos cuando mironió en la telera a un pirata que tenía un nenepil postizo de puritito orégano, y se puso a investigar, pos bruto nel era.
Supo que en Canadá taban fabricando prótesis de lengua y se puso a chambiar pa' juntar papiros, pa’ comprarse su sueño más deseado: ¡GRITAR!
Sócrates consiguió jale de mandadero y no le jue tan mal, a excepción de la vez que tuvo que enviar varias cartas y en la oficina de correos no había cojín con agua, y pos, con un cacho lengua, no podía mojar los timbres; y lo pior: los pinches burócratas taban en plena fiaca, ¡ni lo pelaban!, ¡y menos lo orejeaban! hasta que una ñora se apiado después de 20 mineros.
Pa’ la vez que sus compañeros de chamba lo invitaron a comer; primero se sacó de onda y después se puso lombriz, pues nunca lo habían invitado. Pa’ su sorprais, los culeros lo llevaron a un puesto de tacos de nenepil y, pos, hizo lo único que podía hacer, usar su brazo derecho y mentarles la madre.
Cinco asnos después, logró reunir la suficiente marmaja y chorejeó que en el país ya existía un centro de implantes y prótesis, en la suidad de Porongolo. Se sintió aliviado al vidriar que no era el único incompleto, ojeó a ostros vatos que no tenían oreja, labio o dedo.
Él sabía de la gente con labio leporino, que era similar a su caso, y ques por la mala alimentación de las matracas, o que tambor se debe a la cuestión genética, y la única causa genética que se le ocurrió era que su apá tenía un trompabulario bastante florido.
Parló con la parentela, y tochos, tochos lo apoyaron. Un lunes se pintó pa’ Porongolo. Estuvo más de guan mes, entre los estudios, el tipo de prótesis, y obtuvo su lengua biónica, como la nombró la Chepina que todavía andaba tras sus huesitos; yella lo apompañó, lo cuidó en el jospital y lo trajo de retache a su chante; deveritas se portó a tocha leña. Salió de la clínica retealegre y en el camión pa’ la suida los duques se vidriaban bien retelombrices y amielados.
Si ya eran bastante jariosos, la Chepina taba más, nomás de imaginarse el vozarrón de su filósofo. Despuecito de su retache se matrimoniaron, Sócrates no emitió ni un suspirito hasta la noche de bodas, cuando en pleno festejo grito:
¡AAAAH!. |