Moncho usa poncho, en invierno o verano.
Todos le dicen loco, pero él lo lleva a mano.
Su poncho es colorido, de gruesa lana curtida.
Lo usa día y noche, es parte de su vida.

Ese verano en el pago fue intenso y caluroso.
Moncho usaba el poncho y sonreía sudoroso.
Te vas a morir Moncho, quítate ya ese manto.
Mas Moncho caso no hacía y se reía un tanto.

El día más caluroso del verano aconteció.
Y a Moncho tropeando vacas una tarde encontró.
Moncho buscaba una sombra pues el calor le agobiaba.
Mas por mucho que buscase una sombra no encontraba.

Y se dijo, ¿será este día acaso que deba dejar mi poncho?
Y sudando a mares sollozó Moncho.
Tanto que me has acompañado este verano no te aguanto...
Y pegando un tirón intento quitarse el grueso manto.

Mas como de tanto usarle el poncho no le salía.
Gran susto se pego Moncho sudando mucho ese día.
Se le había entretejido con los pelos el tejido;
y de tanto tironear pegón un grito dolorido.

Un vecino que tropeaba a Moncho vio en el apuro.
Y le dijo, perdone que lo interrumpa si quiere yo lo ayudo.
Mas Moncho accedió ansioso, pues más calor le daba el mal logrado.
De tanto tironear el poncho se había rajado.

El poncho no salía y Moncho desesperaba.
El vecino se acordó que con agua aflojaba.
Llevo a Moncho al arroyo y lo tiró con poncho y todo.
Y con el agua y el remojo aflojo el poncho de ese modo.