En la madrugada las balas parecen luces intermitentes que se esparcen rápidamente. El ruido ensordecedor aturde, las explosiones encandilan y yo comienzo a desesperarme, debo ser rápido. Calculo que serán las 4:30, no puedo permitir que el sol asome antes de entregar mi mensaje. Escondido tras el granero espero el momento preciso para avanzar.
Corro con todas mis fuerzas. Un soldado caído me sirve de barricada. El corazón late a mil por hora, tengo miedo, pero debo cumplir mi misión.
Heredé este deber desde que mi padre murió, y esta inútil guerra no me hará fallar. Me armo de valor, subo la cerca. Las balas silban a mi lado mientras alcanzo el techo. Desde lo más alto observo a esta estúpida raza matándose sin piedad.
-¡Perdedores! ¡No pudieron detenerme, soy el macho de este lugar!
El Sol emerge, rápidamente lleno de aire mis pulmones y mi grito se cuela entre los disparos.
-¡Kikirikiiii!