No tengo nada que decir, ni que contar.
Escribo como un autómata, me acuerdo de cosas y vivencias, pero no me surge nada.
Solo este vacío pulsante que sale de mis dedos, interpretando símbolos y caracteres uniformes.
Estoy absorto en la nada, y las palabras de la nada fluyen mientras tecleo, rodeado de música que nunca escucho y de sonidos distorsionantes.
Estoy aquí, inmutable, con los ojos fijos en la pantalla, pretendiendo soñar despierto, no digo nada con estas palabras, pero las digo al fin en un impulso de estertor poético.
Pienso en una palabra placentera, relajante y no surge nada, vino a mi mente australopitecus y me cuestiono porque, sigo buscando y me surge murciélago, y me recuerdo que murciélago tiene todas las vocales.
Orgasmo, esa es una palabra hermosa, suena a puro gozo y es placentera al pronunciarla.
Me imagino en pose de loto, con el mantra orgasmo, imagino más y veo un templo entero de personas meditando con el mantra orgasmo.
Uf, que difícil es liberar la mente, nos lleva por rincones que desconocemos, es un abismo profundo e insondable.
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