Cuenta celosa la luz que hace muchos años, en un lugar olvidado por el viento nació un niño muy especial. No de esos tocados por una varita si no que aquellos olvidados por esta.
Nació una noche cualquiera, y desde el momento en que abrió sus ojos quedo maravillado por la oscuridad. Por esa masa negra que lo abrazo desde su primer suspiro. Tal fue su impresión que desde niño dormía en las tardes y en las noches cuando nadie lo veía se quedaba despierto, sentado en el centro de su habitación. Mirando la oscuridad. Respirando la oscuridad. Escuchando la oscuridad.
Tal fue su obsesión que a la edad de 10 años se propuso atrapar la oscuridad para así guardarla en una caja y tenerla a su lado para siempre. Pero la tarea no era fácil, todas las noches se abalanzaba sobre ella solo para ver como esta se burlaba de el escapándose por entre sus dedos. Fueron miles las noches donde beso el suelo luego de caer en un fallido intento de atraparla. Y miles de noches donde se levanto nuevamente con esa expresión de guerrero para volver a su posición estratégica de ataque para esperar un nuevo intento de captura.
Todos pensaron que era tonto, ya que no atendía en el colegio ni hablaba nunca, pero el no quería gastar sus energías, ya que una nueva batalla lo esperaba cada noche en la inmensidad de su pieza.
Hasta que un día se canso de atacar a ciegas a un enemigo tan superior, así que busco otra estrategia, atacaría la humanidad de la oscuridad, fue así como cada noche lloraba amargamente en su cama, y esperaba. Estuvo décadas llorando cada noche, hasta que un día sintió un frió beso en la frente y un suave abrazo. ¡Este era el momento! Se abalanzo como un animal hambriento sobre su presa y la tomo por su espalda. La tenia entre sus brazos atrapada, inmovilizada y se aferraba a ellas con toda la fuerza que un hombre tiene para aferrarse a sus sueños. La oscuridad, asustada como un animal herido reacciono con toda la fuerza que tienen los elementos mágicos y lanzo a su atacante con la fuerza de mil rayos contra una de las murallas de su pieza. Tal fue la fuerza que el pobre hombre se partió en mas de mil pedazos tiñendo la oscuridad de rojo.
Se cuenta que este hecho marco tanto a la oscuridad que esta por respeto nunca mas entro a esa pieza, campo de mil batallas, y que hasta el día de hoy no importa que sea noche, eclipse o que este nublado, entre esas cuatro paredes siempre reina una luz cegadora ya que la oscuridad rindió tributo a aquel hombre que renuncio a todo por su sueño y logro domarla, aunque sea por un segundo.